martes, 18 de diciembre de 2012

Para El Cronista - "Ricos a precios de pobres y pobres a precios de ricos"


Luego de los anuncios sobre la excención del pago en el impuesto a las ganancias respecto del medio aguinaldo de fin de año, y observando que el mayor beneficio se producirá en aquellos sectores que tengan salarios más elevados (por ejemplo, un soltero con ingresos de $25.000 mensuales se ahorra más de $ 3500 mientras que un casado con $ 10.000 de ingreso se ahorra menos de $ 70, al tiempo que un monotribusita no está alcanzado por este beneficio). Con esas cifras en la mano, analicemos qué tan ‘caro’ resulta tener ingresos bajos respecto de lo ‘barato’ que resulta tener ingresos más elevados. 
De este modo con la intención de probar que quien dispone de dinero tiene la posibilidad de utilizarlo con mayor eficiencia (en el sentido de obtener un bien o servicio a un valor menor que el resto de las personas), tomemos dos consumidores para evaluar sus gastos en un periodo de tres meses: agosto, septiembre y octubre. La elección de estos meses no fue caprichosa dado que en este periodo se suscitan dos fechas donde se realizan erogaciones en la mayoría de las familias; hablamos del día del niño y el día de la madre.
El primer consumidor estudiado es gerente de una multinacional con un sueldo de 
$ 24.500 mensuales. Jefe de familia tipo. Para afrontar sus consumos le asignamos dos tarjetas de abultados límites de gasto: una tarjeta de crédito Mastercard Nación Gold y una Visa común internacional con límite regular. Asimismo, un servicio de telefonía móvil, al igual que sus tarjetas, destinado para usuarios con un buen pasar económico: Plan Full. El segundo consumidor gana alrededor de $ 4.500 y también es jefe de familia. El mismo posee una tarjeta de crédito Mastercard Nación Internacional (la cual se ubica inmediatamente debajo de la Gold pero muy inferior en cuanto a requerimientos remunerativos). Para completar el poder de financiamiento le asignamos otros medios de pagos símil tarjeta de crédito sin los descuentos de las tarjetas Premium. El servicio de telefonía móvil es el servicio Prepago.
Lo primero que surge dentro de la comparación vis-a-vis, es que hay una diferencia clarísima en el consumo de minutos y sms en favor del personaje que más ingresos tiene y que mejor plan puede pagar. El minuto de llamada a personas que tienen la misma empresa es 43,85% más barato; la brecha se amplía mucho más si tomamos el minuto de llamada a aquellos usuarios de telefonía celular que no pertenecen a la misma empresa, 71,92%. El servicio de mensajería instantánea arroja resultados similares, también en favor del usuario con alto poder adquisitivo. Los sms enviados a usuarios de la misma empresa son un 64,62% más baratos que para aquellos que tienen un plan Prepago.
En cuanto a los consumos con tarjetas tomamos como límite los sueldos de cada uno de los usuarios. En ambos casos tienen un consumo de alimentos constantes comprados con este medio de pago (representa solo una parte de sus consumos totales de alimentos del mes); en el caso del jefe de familia con bajo salario esto restringe muchísimo su límite de compra con tarjeta. Suponemos que en agosto ambos adquieren una notebook para sus hijos aprovechando los descuentos del 15% y 12 cuotas sin interés que ofrecen sus tarjetas. Por tener un límite mucho menor y de este modo no poder financiar el total de sus consumos el jefe de familia con bajo salario se ve obligado a pagar una cuota mensual 3% más elevada que el usuario de altos ingresos. La brecha se amplía a medida que los consumos aumentan; suponiendo que dos meses después ambos le obsequian a sus mujeres un celular que no son los últimos que salieron en el mercado pero aun así es un Smartphone de alta gama, podemos observar que el usuario de más altos ingresos es susceptible de incluir todo el valor del dispositivo bajo los beneficios de su tarjeta mientras que el de menos ingresos, sólo una pequeña parte. Esto genera una diferencia en la cuota de alrededor del 13% de la primera a las sexta y última cuota que se paga por el bien. En caso de continuar el ejercicio y sumar más compras, las brechas se amplían. Esto se debe a que quien tiene mayor apalancamiento en sus compras puede disponer de más y mejores beneficios y hacer uso de ellos pagando cuotas más bajas por los mismos productos que otros pagarían más caro.
Esta diferencia se profundiza si colocamos la posibilidad de recuperar el cargo por compras en el exterior que puede recuperar fácilmente el sujeto de mayores ingresos versus aquello que dispone de un ingreso menor, todo esto al tiempo que ambos disfrutan del beneficio de la política de subsidios que les permite pagar $ 1,2 por viajar en colectivo y pagar precios por la energía que utilizan es sus hogares a valores artificialmente bajos. 
Es decir que si bien tal vez sea mucho mayor la cantidad de bienes que consuma quien más dinero gana, en el vis-a-vis, lo que consume esta persona es mucho más barato que quien tiene ingresos menores. Quien más tiene termina consumiendo más barato y quien menos tiene debe pagar por los mismos bienes un precio mayor.