martes, 24 de marzo de 2015

Para El Cronista - "Guerra de consignas sin confrontación de propuestas"

Terminó el verano hace solo unos días y en nuestro país en lugar de ver como baja la temperatura de la mano de las hojas color café con leche que tapizan las calles, vemos cómo los termómetros de la política vernácula parecen ir contra las estaciones del hemisferio sur.
Poco a poco se van conociendo aspectos puntuales o medidas que tomarían los diferentes candidatos que se perfilan con mas chances de cara al proceso electoral de octubre.
Por alguna razón que parece hipnotizar a dirigentes y asesores de imagen, todos terminan tentados por caer en una guerra de consignas antes que en una confrontación de conceptos. Probablemente esto tenga que ver con la necesidad de ubicarse en el centro del debate público. Con la idea de convertirse en proveedores de soluciones a problemas que aparecen como concretos en la vida de muchos argentinos. Todo ello sobre la base de liderazgos fuertes, que resultarían necesarios para llevar adelante transformaciones profundas en cortos períodos de tiempo y sin que eso implique costos para el conjunto del pueblo.
Este es el caso de la eliminación de ganancias sin una idea concreta de como se recompondría la pérdida de recursos fiscales derivada de tal política, o la eliminación inmediata del cepo sin el desarrollo conceptual sobre el que se basaría tal medida en veinticuatro horas de gobierno. Solo por citar dos de las políticas que llevarían adelante candidatos opositores muy bien posicionados en las encuestas.
Lo relevante es que anunciadas en forma aislada, las medidas aparecen solo en su aspecto positivo, lo cual no es cierto totalmente. Como decimos los economistas, "no existe tal cosa como una cena gratis". Toda medida de política económica que se implemente tendrá su costo, contante y sonante. Ese debería ser uno de los ejes de debate en las elecciones por venir.
Hoy vivimos en una fantasía comparable a la convertibilidad de los años noventa, solo que en lugar de un dólar en paridad con el peso, tenemos tarifas de energía y transporte que presentan enormes distorsiones respecto del interior del país, y mucho más grandes si las comparamos con nuestros vecinos como Uruguay o Chile.
¿Cuál será el valor del boleto de colectivo? ¿Cómo quedarán las tarifas de luz, gas y agua en capital y GBA? ¿Sobre qué base se asentara el ajuste del gasto que pregonan candidatos y referentes económicos?
Hace una semana tuvo lugar en un hotel coqueto de Puerto Madero la Expo EFI, una exposición y congreso de economía argentina que en su tercera edición convocó a los principales especialistas en la materia. Por allí pasaron economistas de todos los colores y escuelas. En general la gran mayoría coincidió en aspectos del diagnóstico como el peso de los subsidios sobre el total del gasto, la presión fiscal creciente, el retraso cambiario y el correspondiente aumento del costo laboral en dólares respecto de nuestros principales competidores sin una mejora contundente en la productividad, la imposibilidad de acceso a los mercados de crédito internacional y las consecuencias concretas del cepo como la caída en la llegada inversión extranjera, así como la débil composición de las reservas del BCRA, entre otros puntos salientes.
Luego, a la hora de mostrar los caminos para salir, la cuestión se puso bastante más borrosa. Promesas de atracción de inversiones multimillonarias, ajustes de tipo de cambio sin mayores consecuencias de la mano del "aumento de la confianza", ajustes del gasto sin demasiado detalle de cómo y cuáles serán las variables a ajustar.
De este modo parece difícil sopesar la viabilidad de los caminos ofrecidos, ya que propuestas flojas de papeles, terminan transformándose en espejos de colores. Algo parecido a lo que ofrecen los candidatos oficialistas, que también son expertos en sumar consignas pero siguen sin ser específicos sobre el curso de acción a tomar para corregir el rumbo de nuestra economía.
Unos y otros coinciden en que algo hay que hacer, toda vez que al observar el crecimiento del PBI local de los últimos tres años sumados, amargamente arañamos la mitad del informado en 2011.
Lo cierto, es que el contexto que tenemos por delante será aquel donde los países emergentes deberán enfrentar restricciones mucho mas severas que las que brindó la realidad en los últimos doce años.
Si la justificación para el magro rendimiento económico del último trienio es que el "mundo se nos cayo encima", parece muy difícil suponer cual será la batería de excusas para lo que viene.
El panorama en este sentido es mucho mas áspero que entonces, tasas en estados unidos subiendo, dólar fortalecido, commodities en baja, Europa exportando su intento de reactivación de la mano de una emisión portentosa y una devaluación evidente y China enfrentando nubarrones cada vez mas peligrosos que podrían poner un paréntesis en su elevada tasa de crecimiento.
Allí, en ese planeta, deberá gobernar la próxima gestión. De poco servirá la vana auto justificación de los problemas del "afuera" ya que si todo lo que tenemos para pedirle a nuestros dirigentes es que nos encomendemos a la suerte del resto del mundo para que nos vaya un poco mejor entonces en lugar de votar con conciencia lo mejor sería saber a cual de ellos les va mejor en el casino.

viernes, 13 de marzo de 2015

Para Diario Perfil - Un otoño más verde que cobrizo

Parece mentira pero ya falta sólo una semana para que comience el otoño, y el color que domine la discusión económica en nuestro país no sea el cobrizo tono de las hojas que caen de los árboles con la llegada de la nueva estación sino el verde oscuro casi azulado del dólar.

El verano se despide con la divisa en el centro de la escena económica internacional. No importa cuál sea el tono de los billetes contra el que se la compare, la moneda estadounidense tomó un camino ascendente que la muestra con una fortaleza que no tenía desde hace años.

En ese contexto, vemos como resultado natural la caída del precio de las commodities dado que, si tenemos un dólar mas poderoso, “más caro”, por lo tanto necesitamos menos billetes para comprar, por ejemplo, una tonelada de soja o un barril de petróleo.

Si bien la relación no es estrictamente lineal, podemos coincidir en que parte de la explicación relativa al débil precio de los productos primarios es la contracara de un dólar fortalecido.

En esa línea, los ejemplos sobran en del mundo. Como consecuencia de un conjunto de factores tales como las sanciones económicas más la caída del precio del crudo, sobre finales del año pasado pudimos asistir a una devaluación del orden del 40% del rublo en la Rusia de Putin.

Esta semana, la novedad vino de la Unión Europea, más precisamente del Banco Central de Europa, que ya se encuentra en plena acción expansiva con su plan de compras de deuda masiva, tras el objetivo de evitar que la economía del Viejo Continente se encamine a una deflación peligrosa e incompatible con la salida del proceso de estancamiento que atraviesa.

El objetivo que persigue la entidad comandada por el italiano Mario Draghi es alentar cierto rebrote inflacionario (sí, leyó bien) buscando reactivar el crecimiento, tal y como hicieron la Reserva Federal estadounidense de Ben Bernanke y Janet Yellen, así como lo que realizó el mismísimo Banco de Inglaterra: ambos países tuvieron una estrategia monetaria ultraexpansiva que buscó sostener la expectativa de precios en alza que sostuviera un consumo que, por otro lado, estaba en riesgo por los ajustes que sufrieron ambas economías a la salida de la crisis financiera de 2009.

Vale aclarar que cuando nos referimos a estrategias que buscan generar una dinámica de variación positiva en los precios, tienen como objetivo que éstos se muevan en el orden del 2%/3% anual.

Entiendo que realizar comparaciones o paralelismos con lo que sucede aquí no merece la pena, aun cuando algunos sostengan la idea de que “un poco de inflación es bueno”; claro está que todo pasa por una cuestión de mensura...
Retornando a la cuestión estrictamente cambiaria, vale decir que el euro está prácticamente en una situación de paridad con el dólar, cuando hace poco tiempo se necesitaba US$ 1,4 por euro. Esta situación se enmarca dentro de récords históricos para las Bolsas alemana y francesa, lo que presagia una recuperación de las principales economías europeas, que en la actualidad muestran un comportamiento débil.

Este esquema de dólar fuerte tiene su efecto en las economías de la región, y es así que vemos cómo esta semana el Banco Central mexicano anunció que reducirá el ritmo de acumulación de reservas inyectando poco más de US$ 50 millones diarios durante el próximo trimestre a fin de brindar liquidez a un mercado que realmente la necesita, y tratando de moderar lo que ya es una fuerte depreciación del peso mexicano, que alcanza 15,4 unidades por dólar.

Situaciones similares se repiten a lo largo de la región con casos como el de Perú, que alcanzó valores que no se veían desde hace más de diez años. Pero lo más relevante para nuestra economía sigue siendo la situación del real brasileño, que continúa perdiendo valor, ubicándose cómodamente por encima de 3,1 reales por dólar, exhibiendo valores que tampoco se veían antes.

Mientras este proceso comenzó ya en octubre de 2014, en Argentina nuestra moneda se ha movido muy poco entre octubre y febrero, generando una relajación que afecta fuertemente la competitividad de todas las ramas de la economía.
Cuando miramos la performance de nuestro comercio exterior, vemos que Argentina, que supo ser el tercer exportador de la región, luego cedió ese lugar a Venezuela, que en 2014 registró exportaciones en el orden de US$ 80 mil millones; sin embargo, lo llamativo es que ni siquiera estamos cuartos, sino que ahora hemos cedido ese lugar a Chile, que con más de US$ 75 mil millones de exportaciones se ubicó por encima nuestro, que no logramos alcanzar los US$ 72 mil millones.

Si bien los rankings no suelen ser buenos consejeros para tomar decisiones de política económica, en este caso nos permiten entender las consecuencias del camino que eligió el Gobierno para controlar el avance de los precios: un dólar anclado, control del comercio exterior, ralentizando las importaciones, con su efecto conjunto sobre las exportaciones y, como consecuencia de ello, una pronunciada caída en el nivel de actividad económica.

Con todo ello, el BCRA que comanda Alejandro Vanoli debió salir a vender divisas para contener la cotización, dado que la presión aumentó fuertemente en las últimas jornadas, De hecho, las ventas en marzo se ubican cerca de los US$ 300 millones, y la divisa ya se desliza a un ritmo más acelerado que en los últimos meses.

Vale decir que la situación de las tasas de interés es el otro elemento a seguir de cerca, dado que, en la medida en que no resulten atractivas para los inversores, serán un elemento que ponga más presión sobre el billete verde.

George Soros, el financista que también fue un hábil especulador bursátil y hoy es filántropo, con quien la presidenta se juntó el año pasado, en 1992 llevó adelante un ataque especulativo contra la libra inglesa que le dejó un rédito en aquel momento de más de mil millones de dólares, y forzó la devaluación de aquella moneda. Su frase de cabecera en ese caso y otros tantos que lo tuvieron como protagonista en el mundo de las finanzas especulativas internacionales siempre ha sido la misma: “Encuentra una tendencia cuya premisa sea falsa, y apuesta tu dinero contra ella...”. Cabe preguntarse, entonces: ¿qué haría, si pudiese, el magnate húngaro-estadounidense en la Argentina?

viernes, 6 de marzo de 2015

Para El Cronista - El socialismo, la mano invisible del mercado y el sueño del Kibutz

Alberto Ovin, tiene 48 años y actualmente trabaja como guía turístico matriculado en Israel. Llegó allí, proveniente de Argentina, hace más de 25 años persiguiendo el sueño de un país cuya base económica se asentaba en emprendimientos colectivos que fueron mundialmente conocidos: el Kibutz.


Conversar con este argentino que ya tiene mas años en el pequeño país asiático que en la tierra que lo vio nacer, permite obtener una mirada práctica sobre el devenir de una experiencia de la que vale la pena sacar algunas conclusiones.


Alberto cuenta que al comienzo los kibutzim (plural de la palabra kibutz) eran auténticamente colectivistas. Los postulados sobre los que asentaron inicialmente tenían que ver específicamente con una centralidad en el trabajo agrícola; la idea de propiedad colectiva; salarios igualitarios sobre la base que "cada cual otorga según sus posibilidades y recibe según sus necesidades"; rotación de los puestos directivos, y decisiones democráticas en el sentido que las decisiones importantes, incluyendo todo lo concerniente a cambios en los postulados o su aplicación.

Si bien alcanzaron fama mundial, lo cierto es que nunca representaron mas del 4% de la población de Israel. Una de las bases de su desarrollo se debió a que luego de su independencia tenían fuertes restricciones para importar productos agrícolas, y esto brindó gran importancia a los kibutzim.

Luego, una vez que Menájen Beguin del partido Likud derrotó por primera vez al laborismo en 1977, comenzó a quitarles subsidios y apoyo lo cual los obligó a enfrentar un proceso de adaptación y cambio.


Alberto cuenta que el aporte esencial al desarrollo del estado ya lo habían hecho y en la nueva realidad, no había espacio para el viejo modelo. Fue así que se avanzó en un duro proceso de privatización de medios de producción y los servicios del kibutz, así como la implementación mas extensiva de la propiedad privada y el salario diferenciado.


Estas comunidades entendieron que lo que servía ayer no necesariamente era útil en la actualidad. Por otra parte, supieron analizar sus fortalezas y debilidades para reinventarse y rescatar muchos de los paradigmas positivos que los hacían diferentes.


De este modo aceptaron que no había que resignar la vida comunitaria, pero que cada miembro podía ser propietario de su casa (lo cual no sucede en todos lo casos, aun hoy), comprendieron que la igualdad salarial quitaba incentivo al esfuerzo individual.


Se terminó la lógica imperante donde un grupo reducido de personas determinaban a quién le tocaba el equipo de aire acondicionado o quién podía utilizar el auto del kibutz y quién no.


En ese momento comprendí que había muerto el sueño colectivista pero no el sueño colectivo. Los miembros aún cuentan con una serie de beneficios muy importantes que hacen las veces de proceso redistributivo donde se observan desde ayudas a desempleados, hasta facilidades para adquirir las propiedades según el grado de antigüedad en el kibutz. Es decir se convirtieron en una comunidad organizada con objetivos comunes claros no en un barrio cerrado o un country.


En un formato moderno y donde el trabajo agrícola aun existe, la gran mayoría se encuentra inmerso en procesos productivos de alto valor agregado con desarrollo e incorporación de tecnología para poder competir en un mundo que no hace distinciones respecto de la procedencia de los bienes y servicios, mas allá de la cruda relación entre precio y calidad.


Con mas de 260 kibutz y una población que en 2001 alcanzaba 135 mil personas, enfrentaron el nuevo siglo con la mirada puesta en el desafío de adaptarse al presente y prepararse para el futuro antes que buscar sobrevivir con la mirada puesta en la melancolía de un pasado mejor.


Fue así que Alberto dejó su empleo en el kibutz e impulsando por la misma comunidad a partir de sus aptitudes, se convirtió en guía turístico, que en Israel es una carrera de tipo universitaria.


A partir de su experiencia y una mirada general sobre este proceso es que me pareció que podemos sacar algunas conclusiones para nuestro país.


En tiempos donde la palabra ‘mercado’ parece un insulto, donde la diferencia natural resulta de ‘derecha’, donde privilegiar lo que agrega valor y representa una posibilidad de desarrollo por sobre lo que se sostiene en el favor puntual de un funcionario, resulta una idea descabellada. Terminó por imponerse una retórica que deja como resultado el planteo de una contradicción inexistente en el resto del mundo. Aun debatimos ‘mercado o estado’ mientras la mayoría de los países entendió que es mercado Y estado. Sin dudas que la cuestión pasa por la definición que le damos a cada cosa, y cual su alcance.


Aquí la experiencia del kibutz parece interesante, ya que sobre la base de fomentar un capitalismo relativamente sano entendieron que podían defender logros que se alcanzaron en el pasado y aun mejorar la vida del colectivo. Eso si, continúan con una mirada solidaria ya que esa decisión siempre implica pensar en el conjunto antes que en aquellos que lo conducen. Eso en nuestro país aun resulta un desafío.