martes, 12 de enero de 2016

"EL VALOR DE LAS INSTITUCIONES PARA EL DESARROLLO"

El Cronista

El verano que se suponía caliente en materia económica, comenzó por tomar temperatura en frentes insospechados hace tan solo un par de semanas. La situación en la provincia de Buenos Aires en relación al papelón de la fuga y captura de los hermanos Lanatta y Schillaci pareció bajar los decibeles del hecho que implicó dejar sin presupuesto a la gobernadora Vidal, a menos de un menos de un mes de asumir. La vorágine con la que se suceden hechos de alto impacto son una muestra del camino de espinas que le espera al gobierno en los próximos tiempos.


El paradigma sobre el que leerá la realidad y la forma en que se procesarán los conflictos desde el punto de vista de las nuevas cúpulas del poder en argentina será crucial para lo que vienen. Hasta aquí, la lógica amigo-enemigo fue el paradigma imperante sobre el cual nuestro país transitó los últimos 12 años. Donde dicha retórica se encargó de sostener el sentido de pertenencia a un proyecto político concreto.


La nueva administración, en el discurso inaugural, planteó la verdad como un eje central, como un elemento fundante, un pilar conceptual del tiempo que viene. Dicho esto, cabe pensar que si la verdad es un nuevo valor en la gestión deben estar dispuestos a pagar el costo político de decirla en todo momento.


Para lograr retomar el sendero del crecimiento, en un contexto de deterioro de precios relativos como el actual, Argentina requiere un salto cualitativo en su estructura productiva y eso se logra sobre la base del esfuerzo, que es el padre del éxito. Alguien debe decir entonces, de forma clara, cuál es la magnitud del ajuste necesario y cómo se va a repartir el esfuerzo del mismo.


El otro criterio determinante para conseguir un desarrollo sostenido tiene que ver con las reglas de juego, el valor de las instituciones. Esas que son mas bien mencionadas antes que respetadas. Como funcionamiento institucional me refiero a la construcción de consensos de largo plazo antes que aplicar mayorías circunstanciales sin considerar los aportes de las demás voces.


El rol de los DNU no es una buena señal en este sentido. Vale recordar que la norma, redactada en la gestión anterior, es polémica ya que para sacar una norma se requiere que las 2 cámaras aprueben el proyecto de ley mientras que para aprobar un DNU alcanza con que una cámara no lo rechace, ni siquiera que lo apruebe, es decir con no juntar una mayoría que expresamente rechace ya es suficiente. Ese es el republicanismo de los que redactaron la norma. Por eso resulta hilarante el lugar desde donde se ejerce cierta critica, de donde se ven ejemplos como el DNU 2585 por el cual Cristina amplió el presupuesto en $ 133.272 millones, es decir los recursos de todos, disponibles a sola firma.


Obviamente esta particularidad no limita el alcance conceptual de la critica que es totalmente válida ya que gobernar por decreto no es coherente con la promoción de valores institucionales impulsada desde el discurso de campaña del actual gobierno.


Las reglas de juego claras no tienen que tener en si mismas un sesgo a favor uno u otro sector sino que su fortaleza radica en la permanencia en el tiempo que solo debería ser alterada por el cambio en el contexto antes que por nuevas mayorías de carácter transitorio.


La decisión de inversión entendida como un proceso constante en función del resultado de la toma de decisión de los accionistas, y no como producto de las ‘ventajas’ que circunstancialmente puede ofrecer el gobierno, responde a una combinación de factores diversos, entre los cuales podemos enumerar: 1) Coyuntura mundial, regional y local, es decir la suerte; 2) Instituciones; 3) Costo del capital; 4) Retorno de la inversión; 5) Posicionamiento estratégico; 6) Infraestructura del país y capital social (por ejemplo, estado del sistema de transporte terrestre y las vías navegables como la cantidad de ingenieros o la capacitación prometido de los recursos humanos).


No habrá chance de aumentar nuestra dotación real de capital, de forma que podemos generar un cambio concreto tendiente a modificar nuestra relación de producción para volvernos un país mas productivo y eficiente en nuevas áreas al tiempo que menos vulnerables a la variación del precio de las commodities si no logramos modificar los puntos antes descritos en forma sustancial.


La probabilidad de tomar el riesgo que implica hundir capital tiene, sin embargo un factor central que gravita por encima del resto: el costo del capital. Bajar la tasa de interés es la condición necesaria para dar paso a quien debería ser el ministro estrella de la gestión: Francisco Cabrera (foto), ya que un país con el norte puesto en el desarrollo debería tener en su ministro de producción a una de sus principales figuras, el día que hablemos mas de desarrollo que de inflación podremos empezar a sentir que dejamos de mirar para atrás y comenzamos a depositar nuestra vista en el futuro que comenzará el mismo día que lo imaginamos mejor que el presente.