sábado, 19 de marzo de 2016

"DESAFÍOS DEL LENGUAJE UNIVERSAL"

El Cronista

La llegada del presidente de Estados Unidos, luego de más de una década en la cual ningún funcionario de alto rango de ese país siquiera sobrevolara cielo argentino, resulta toda una novedad que invita a realizar análisis desde varios aspectos.


En términos comparados y solo para contextualizar la diferencia de tamaño, vale decir que nuestra economía (puesto 27) es aproximadamente el 3,1% de la economía estadounidense (puesto 1) y 22% si lo miramos en cuanto al PBI per cápita. Es decir hoy Argentina ocupa el lugar 50 y Estados Unidos el puesto 9 según dicha mensura.
Puesto en perspectiva; en 1913 nuestro PBI por habitante, siempre hablando en términos nominales, era equivalente el 71% del estadounidense. Y ocupábamos el 5to puesto del mismo ranking.
Vale decir también que naciones que estuvieron del lado de los perdedores en guerras mundiales, como Italia o Japón, hoy ocupan lugares mucho más relevantes en términos relativos que los que ocupaban a comienzos del siglo XX.
Los parámetros son variados pero en todos los casos la relevancia global de nuestro país, en términos relativos a disminuido fuertemente en el ultimo siglo. A partir de estos datos, podemos intentar suponer que el resto hizo algunas cosas que nosotros no hemos hecho, o derivar la responsabilidad de lo sucedido en los demás.
Podemos creer que hemos quedado a una distancia sideral de nuestro potencial de crecimiento porque fuimos elegidos como blanco de los ataques, especulaciones y conspiraciones del centro del poder mundial o podemos tratar de ver cuál es la parte que nos toca en esta historia.
Así como en los albores de la economía industrial, el mundo vive hoy un cambio de paradigma sin precedentes. Las formas en las que producimos y consumimos están cambiando a velocidades que no tienen registro histórico.


Esto configura una oportunidad sin precedentes para aquellos países que tomen el desafío y lo conviertan en progreso. El mundo que viene tendrá una configuración diferente, en la cual veremos cambios nunca vistos. Por citar un ejemplo, en la pirámide poblacional los mayores de 60 años pasaran de 901 millones a 2100 millones de personas solo entre 2015 y 2050 y los empleos, como lo conocemos hoy, se irán reconfigurado con la automatización de tareas que hoy son realizadas por personas.

El progreso tecnológico y la economía de las ideas son el paradigma sobre el que se basa un esquema que tiene en su trípode central en la tríada conformada por internet de las cosas, la nube y big data como ejes del cambio que se encuentra en curso.
No hay beneficio alguno para nuestro país que no esté en el marco del intercambio comercial, la cooperación internacional y la inversión en investigación y desarrollo. En el marco de la consolidación de un capitalismo nacional resulta determinante construir un sendero de crecimiento donde se privilegien los procesos que agregan valor y permiten competir en un mundo cada vez mas integrado.
La formación de capital humano, el fomento del ahorro como palanca de la inversión nacional, y la defensa de los derechos de propiedad, han sido claves en el desarrollo moderno. Estas ideas carecen de sesgo particular si las piensa desde una mirada de progreso.
Por el contrario, sobre la idea de sentirnos una país explotado, dominado y cooptado por la oligarquía local e internacional, solo hemos retrocedido en términos de desarrollo relativo.
De este modo, y sin abandonar la defensa del rol del estado, deberíamos pensar cómo proteger el empleo generando condiciones para que éste sea sustentable en el tiempo en base al valor que agrega y no a los privilegios de los que depende. Así, los empresarios locales deberían estar mas interesados en invertir e innovar antes que en replicar las prebendas que en el pasado garantizaron tasas de ganancias extraordinarias.
El camino del desarrollo tiene en la innovación su marca genética indiscutible, no hay avance posible si no extremamos los esfuerzos en fomentar la inversión en este aspecto. Cuidar aspectos que hacen a la propiedad intelectual de la cual deriva la rentabilidad de dicha inversión es uno de los temas mas ásperos para abordar en este sentido, pero no cabe duda que hay que darle una solución si se quiere convertir las intenciones en resultados. Todo ello sin abandonar la defensa del interés nacional en aspectos críticos como la salud, donde el debate debe ser profundo y maduro.


La llegada de Obama y su encuentro con el presidente Macri, nos deben invitar a reflexionar sobre cómo podemos subirnos nuevamente al tren del desarrollo, pensando el país de una vez por todas, con la vista puesta en el futuro antes que con la mirada depositada en el pasado, ya que esa estrategia, al menos a juzgar por el resultado acumulado en los últimos cien años, no ha sido fructífera para nuestro país.

viernes, 11 de marzo de 2016

"EL FALSO DILEMA DE LA DEUDA"

El Cronista

La semana entrante tendrá lugar en Diputados el debate relativo a los pasos que se deben seguir para que la Argentina dé cumplimiento a la sentencia judicial del Juez Thomas Griesa cuyo mecanismo de pago se acordó en las oficinas del mediador Daniel Pollak. La discusión de estos temas pone sobre el centro de la escena pública toda una gama de apreciaciones sobre el endeudamiento público.

Por un lado están los cuestionamientos de orden técnico, que hacen a los conceptos pagados en el marco de la negociación per-se, la cual luce sofisticada, dada la diversidad de situaciones que se deben abordar en función de la variedad de casos que presentan los tenedores de bonos en default así como los riesgos legales contingentes y por el otro la discusión de fondo sobre lo que algunos señalan como el retorno a un proceso de endeudamiento. 
Sobre el arreglo con los fondos buitre vale la pena detenerse a analizar qué pasaría si los tenedores de deuda reestructurada en 2005 y 2010 reclaman trato igualitario que aquellos que están logrando el actual acuerdo. Este ejercicio supone determinar cuál es el tamaño e impacto que este tipo de acciones pueden generar en caso que sucedan, evaluando el riesgo contingente que podría pesar sobre el costo de la deuda soberana así como la posibilidad de dejar la puerta abierta a extorsiones en el futuro, por parte de administraciones venideras de cualquier país donde se haga lugar a este tipo de reclamos.
Vale decir que la probabilidad de ocurrencia de este tipo de situaciones tiende a cero una vez caída la cláusula RUFO, pero no es cero. Como tal hay que valorar el costo de su ocurrencia y generar las previsiones pertinentes tanto en el plano económico, como en el legal. Es decir, debemos intentar cubrirnos del mejor modo posible de los cisnes negros. Negarlos es exactamente lo que hacen las víctimas que padecen sus peores consecuencias.

Por otra parte y quizás lo más relevante, debemos identificar el elemento central sobre la causa del endeudamiento que la Argentina se presta a abordar. En este sentido vale decir que la emisión de deuda no solo se prevé como herramienta para resolver el conflicto mencionado al comienzo, sino como instrumento de financiamiento del déficit fiscal que en nuestro país el Gobierno informa como primario (es decir antes del pago del intereses de la deuda) en el orden de 5,4 puntos del PBI.

El programa fiscal supone que vamos a tener que emitir no menos de u$s 20 mil millones de aquí a fin de año para cubrir parte de los requerimientos de caja que tiene el estado. Esto no es bueno ni malo en si mismo, pero resulta determinante comprender la génesis de esta deuda.
Cuando pagamos a los fondos buitre no tenemos deuda nueva en términos netos, sino que cancelamos una deuda cara con otra más barata. Cuando emitimos deuda para cubrir el déficit fiscal, estamos haciendo lo mismo en el sentido que estamos cubriendo el pasivo que resulta de gastar más de lo que ingresa, tan simple como eso.

Hasta ahora el pasivo que supone el déficit fiscal se cubría con emisión monetaria que es una manera diferente de endeudarse, la cual redunda en licuar el peso de dicha deuda a costa del conjunto de la población que paga el impuesto inflacionario con pérdida del poder de compra de su flujo de ingresos y su stock de ahorros así como con la pérdida económica que supone la distancia a la que queda nuestro país de su crecimiento potencial en virtud del elevado costo del capital vigente por elegir financiar nuestro déficit solamente con emisión en lugar de un mix con crédito internacional.

Emitir o tomar deuda son dos caras de una misma moneda, no hay una ‘proceso de endeudamiento’ que sea independiente de su causa, esto es, el déficit.
Dicho esto, y considerando que es razonable sostener una reducción gradual del déficit a fin esperar que se agranden los ingresos antes que suponer que se deben reducir los gastos, este debería ser el debate central, que sigue ausente. No discutir cuanto estado queremos nos lleva a terminar debatiendo sobre aspectos que hacen a las consecuencias pero no operan sobre las causas del endeudamiento.

Finalmente, sería imprudente no mencionar que tuvimos en nuestra historia verdaderos ciclos de endeudamiento donde la lógica no partía sobre la base de cómo financiar el déficit, sino que operaba exactamente al revés.


En más de una oportunidad primero fuimos a buscar (o nos vinieron a ofrecer) los dólares por el negocio que implicaba para las partes la colocación de deuda, para luego conseguir destino a dicho financiamiento. Esta lógica es la que debemos evitar repetir, ya que terminó por ser una de las palancas que en nuestra historia económica funcionó como elemento crucial para luego someter o restringir los grados de libertad que teníamos en la determinación de nuestra política macroeconómica.

Atender estas cuestiones, sería mucho más relevante para las generaciones futuras, que quedar atrapados en la retórica infantil de quien defiende argumentos estériles a la hora de discutir los verdaderos riesgos y beneficios que supone volver a los mercados internacionales de crédito.