viernes, 25 de noviembre de 2011

El Dolar

Para hablar del dólar hay que comenzar recordando que dicha moneda cumple en nuestro país un rol muy diferente que para el resto del mundo.

Junto con Rusia (y desde ya Estado Unidos), Argentina tiene una de las economías con más alto nivel de dolarización de sus carteras de activos del mundo entero. 

Los argentinos, pensamos en dólares, ese es un dato de la realidad. Esto además es claramente inescindible de la memoria inflacionaria que tenemos como sociedad. Es decir, resulta evidente que pensemos en dólares como forma natural de preservar el valor de nuestros ahorros. , toda vez que una vez cada 10 años nuestra moneda nacional se ha visto sumida en profundas crisis.

No se trata aquí de cómo “hacer una diferencia”  comprando barato para vender caro.  La clase media argentina tiene un comportamiento absolutamente esperable. Cuando la inflación arrecia y las tasas de interés reales están por el piso y el dólar esta planchado, ¿qué es lo que vemos en la clase media? El consumo de los bienes durables y semi durables se va a las nubes.  La gente se vuelca a comprar heladeras, notebook, LCD´S y autos.  Es decir, el ciudadano de a pie, compra cosas cuyo precio cree que va  a aumentar significativamente durante el período en el cual consumimos el activo en cuestión.

Ahora  bien, en el momento en el que la gente observa que el dólar esta muy “barato” y que la probabilidad que suba es alta, sumado a que se agota una primer ola de consumo de bienes durables (es decir, si ya compramos el LCD, la computadora , la heladera, el auto, etc., es razonable que, en promedio, esperamos un poco para reponer dichas unidades) el ciudadano común supone que es momento de dolarizar su cartera, sus ahorros, porque es posible que el dólar recupero un poco del terreno perdido frente a la inflación.

Argentina ha tenido un ritmo de devaluación de su moneda muy inferior a su tasa de inflación y, por lo tanto, una elevada inflación no sólo en pesos sino también en dólares. Veamos un ejemplo, si durante 2010 la variación de precios fue de 25% y la devaluación sólo del 6%, de modo simplificado podemos decir que la inflación en dólares fue de 19% (25-6=19).

Esta inflación en dólares generó una cierta perdida de competitividad absoluta. Eso en si mismo no significa nada; ya que, para ser serios, debemos ver cómo se mueve nuestra competitividad en términos relativos, es decir, en relación a los socios comerciales con quienes tenemos mayor nivel de intercambio comercial.

Si consideramos a Brasil y China, aquí la cosa cambia, y podemos ver que, si bien, el tipo de cambio multilateral se fue apreciando, aun este año durante el primer semestre.

De modo que lo que deberíamos tratar de hacer es:
  • No fomentar una devaluación profunda ni tampoco permitir que tengamos una moneda demasiado fuerte, sino tener una política de tipo de cambio administrado que proteja la competitividad de nuestro tipo de cambio multilateral, observando la evolución, no solo del valor del dólar (en el mundo) sino del Real y el Euro entre otros.
Es decir, es un error sostener contra viento y marea el tipo de cambio si Brasil sigue devaluando al ritmo que lo hizo en los últimos 90 días. Como así también es un error devaluar si vemos que dichas monedas, por el contrario, se revalúan frente al dólar, como sucedió con el Real frente durante 2010.
  • Es una medida positiva intervenir en el mercado de cambio obligando a mineras y petroleras a liquidar divisas en el país.
  • Es un error poner la lupa sobre la gente común con inspectores en la calle, eso no frena la demanda,mas bien incentivan las preocupaciones  y el mercado paralelo.
  • Hay que promover la inversión en el país, de todo el mundo, tanto de compatriotas como de empresas extranjeras.

Por otra parte hay ciertos sectores que suponen que limitando la posibilidad de invertir  en el país, y que con eso se logra algo. Cuando ese es un concepto no se usa hace 30 años ni en Cuba.

Pensemos que si en Argentina falta inversión es, fundamentalmente, porque como sociedad hemos elegido tener en el “colchón” el equivalente al valor aproximado de un PBI entero en lugar de invertir o ahorra dentro de nuestras fronteras.

Tal la situaciónque para que  la economía crezca, alguien tiene que invertir sino no se genera empleo. Eso no tiene porque implicar subordinarse al poder imperial como suponen algunos que sufren cierto infantilismo, y para eso podemos ver que Brasil es el país de  la región que mas IED recibe y no baja ninguna bandera por eso.

Es cierto que hay un alto grado de extranjerización de la economía, pero eso no se resuelve poniendo una pistola en la cabeza de los no residentes con intereses en empresas argentinas sino PROMOVIENDO LA INVERSION NACIONAL; por ejemplo, con un banco de desarrollo que sigue siendo una  materia pendiente todos los gobiernos  o interviniendo con créditos y acciones concretas con el fin de facilitar la expansión de grupos económicos nacionales en lugar de ver como se vendieron baluartes del capitalismo nacional durante la ultima década.

Argentina tiene por delante una década más de precios relativos favorables, mientras la población mundial siga en crecimiento, y dicha expansión provenga de países con economías que crecen y seres humanos que incrementan la cantidad y diversidad de calorías que consumen.

Los productos que Argentina le vende al mundo tendrán precios tales que permiten asegurar un flujo de divisas que nos mantengan, relativamente, cubiertos de las crisis del pasado.

Claro que esto no nos exime de atravesar recesiones y su correspondiente impacto en el nivel de empleo. Es por esto que Argentina debe tener un tipo de cambio acorde con el sostenimiento del superávit de su balanza comercial, una política económica tendiente a reducir la tasa de inflación y de emisión monetaria, una política que profundice el rumbo en cuanto aladecisión de carácter macroeconómico, una política industrial que tienda a aumentar la oferta de bienes, una política de inversión publica que haga énfasis en la expansión de la dotación de infraestructura productiva lo cuálredundaría en el desarrollo de una burguesía nacional y que piense en moneda local antes que en dólares a la hora de invertir y del mismo modo una sociedad cuyas clases medias vean en el peso la reserva de valor que no hoy encuentran.



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