lunes, 6 de enero de 2014

Comparto con ustedes mi columna de hoy en El Cronista Comercial


Aspirinas para la neumonía

por Matías Tombolini Economista

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La semana pasada, recién comenzado el flamante 2014, se conoció el nuevo acuerdo de precios, justo en momentos en que los combustibles volvían a ajustar sus valores. 
El equipo económico lleva mas de 40 días al frente de la gestión, y es poco lo que se percibe en materia de planes para controlar la inflación para este año. Con independencia del hecho de que algunos funcionarios parecen sostener la retórica del pasado donde no se reconocía la inflación, ahora se dice que hay aumento de precios, pero como no es de todos los precios entonces no es un proceso inflacionario. Un verso, hay que decirlo con todas la letras. 
El reciente aumento del boleto de colectivo, en el orden del 66% o se explica vía inflación o el gobierno debería bajar todas las banderas progresistas (bien ganadas en muchos casos, y no tanto en otros) ya que un mandoble como ese al bolsillo de lo que menos tienen sería solo justificable en una administración que piensa únicamente en que le cierren las cuentas antes que en la gente.
En números, el impuesto inflacionario provee una de las fuentes mas relevantes de sustento al gobierno, solo por detrás de IVA, la seguridad social y el impuesto a las ganancias. 
Es decir, hasta que no haya alguien que cubra la diferencia fiscal que hoy cubre el estado por la vía mencionada es imposible que se trate de resolver el problema porque quien debe comenzar a resolverlo es hoy el principal beneficiado de su existencia. 
Cabe entonces la pregunta si el día que decidan atacar la cuestión, realmente será eficaz un control de precios. Y la respuesta es: depende cual precio. 
Es decir, si yo le preguntara a cualquier ciudadano estadounidense qué opina sobre la idea de un estado controlando precios, seguramente seria acusado de pseudocomunista, sin embargo esto sucede en la principal economía del planeta. ¿Cómo? Pues bien, podríamos decir que el precio mas importante de una economía es el del dinero, el cual efectivamente controla la FED, por lo tanto allí también se trabaja en controlar precios, pero solo uno: la tasa de interés. 
Y con eso les basta para influir directa o indirectamente en las variables mas relevantes de la economía tanto doméstica como internacional. 
Aquí no sucede lo mismo, digamos que si bien controlamos el precio teórico del dinero, es justamente el dinero local lo que a muy pocos les interesa conservar. Como nadie quiere la moneda lo que hacen es desprenderse de ella. 
No se trata de comenzar a validar postulados monetaristas que con lo que no comulgo, pero cuando la inflación se ubica en niveles como los actuales, lo que habría que tratar de reconstruir es la confianza en el peso. Y sobre ese tema no solo no se habla, sino que las señales que se emiten no parecen ser suficientes. Quien tiene pesos busca desprenderse lo mas rápido posible de ellos, lo cual alimenta un tipo de demanda que recalienta mas los precios que el crecimiento de la economía. 
En paralelo el estimulo para expandir la oferta es escaso, y controlar los precios no parece lo mas indicado a tal efecto. Aquí el gobierno siempre ha hecho gala de sus políticas contracíclicas, pero entramos nuevamente en una contradicción porque si es cierto que el producto creció mas de 5% en 2013, no tiene sentido ese tipo de políticas, y mas bien deberíamos ver la forma de ahorrar para el tiempo en que la cosas no estén tan bien. Pero resulta que el déficit de las cuentas publicas, medido de manera correcta, se ubica en niveles que superan 3% del PBI. 
En otro orden el ancla cambiaria que se sostenía hasta las PASO de agosto, se ha soltado definitivamente de manera que el peso se devaluó en 2013 mas que en ningún otro año de la era kirchnerista. De este modo la moderación en el aumento de precios sólo se podría esperar vía expectativas. Es decir, que todos supongamos la tasa de inflación del período próximo será inferior al del período actual. Esa podría ser la mas razonable de las estrategias, pero para ello es necesario cimentar la confianza del conjunto de los agentes económicos en que algo así realmente sucederá. Es por ello que el acuerdo de algunos productos no resta pero parece difícil que constituya un camino de solución definitiva al problema. Estudiar la cadena de valor y evitar avivadas es otro elemento loable que debe ser tenido en cuenta, pero mas bien luce como actuar sobre las consecuencias antes que las causas. 
El problema sigue siendo que terminamos operando sobre lo único inevitable: las consecuencias. Antes que atacar al menos alguna de las causas.

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