domingo, 16 de noviembre de 2014

Para El Cronista - Una estrategia posible para el último año

En  los últimos días hemos visto un conjunto de hechos que podrían pre configurar el escenario sobre el cual se desarrolle la estrategia económica del gobierno para transitar el último año del mandato de Cristina.

Los precios de los commodities muestran ejemplos como el petróleo desplomado debajo de u$s 80, la soja en torno de 375, el maíz vale poco más de la mitad que en 2012, y el mineral de hierro así como el cobre exhiben los peores precios de los últimos 4 años. Es decir, un mundo donde sube el dólar y por consiguiente baja todo lo demás, también se observa en el resto de la región movimientos de monedas que lo confirman, Chile y Uruguay presentan devaluaciones de más del 12% en cada caso y el real se encuentra en su punto más bajo de los últimos años recorriendo la zona de 2,6 unidades por billete verde.

Asimismo el gobierno de Estados Unidos transita los últimos dos años del presidente sin chance de reelección, un pato rengo con los republicanos al acecho buscando profundizar recorte de los estímulos de la FED.

Todo esto sumado a la acumulación de reclamos de los nuevos (o no tan nuevos) buitres que ahora acumulan mas de 4 mil millones, lo que agranda el monto a negociar si queremos salir del Veraz donde nos colocó Griesa con la estrafalaria forma que eligió para aplicar su fallo de diciembre de 2012.

En el plano local es cierto que la restricción de las importaciones no ayuda a la hora de impulsar la salida de la recesión, pero la presión sobre los escasos dólares podría tener como correlato un indeseado impacto en precios, sobre todo si la expectativa es que en el futuro esta presión se sostenga, es decir muchos pesos y pocos dólares.

Con esta base es que podemos intentar imaginar un ‘plan posible’ de los muchos que tiene aún el gobierno a la mano. Vale decir, que una de las principales virtudes de la gestión kirchnerista fue, justamente recuperar autonomía para la determinación de nuestra propia política económica, que años antes siempre estaba sujeta al lápiz rojo de organismos internacionales que parecen estar más preocupados por cerrar sus cuentas que por mejorar la vida de los habitantes de los países miembros.

Sabido esto, un camino podría ser, encarar una doble estrategia, política y económica. Esto es, sobre la base de la decisión tomada de apostar por un presidente más comprometido con la continuidad que con la alternancia, como sería el caso de Scioli (en lugar de Macri), siempre limitando su poder con una cámara de diputados y un vicepresidente cristinistas. Podrían intentar volver a recuperar el terreno que exploraron a comienzo de 2014.

Esto quiere decir que una alternativa bastante realista sería pensar que hacia comienzos del año entrante se puede imaginar alguna diagonal que busque resolver el conflicto con los buitres o al menos operar sobre sus consecuencias, que implican nuestra actual inaccesibilidad a financiamiento internacional a tasas razonables para la región. Con este frente despejado el poder ejecutivo optaría por volver a ajustar el tipo de cambio, esta vez en torno de 10 pesos pero con un control total de las expectativas, dada la previa resolución del frente externo, ya que no es lo mismo ajustar el valor del dólar con un Banco Central robusto y a la ofensiva que devaluar en medio de una ataque especulativo.

La diferencia sustancial radicaría en que la motivación de este plan es de orden político y no de ajuste de cuentas estrictamente macroeconómicas. Dicho esto, se volvería a colocar a la política al mando de la economía y con ese objetivo, y la consiguiente robustez que podría implicar, veríamos los últimos tres trimestres de gestión de Cristina con renovada capacidad de acción en cuanto a políticas de ingreso, menos presiones inflacionarias, y probablemente un rol de electoral aun más importante que tiene hoy con una economía más sostenida en la retórica que en la cruda realidad.

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