lunes, 12 de diciembre de 2011

Subsidios

Antes que analizar cual es la situación económica y política a raíz de la quita de los subsidios, creo seria de mucha ayuda aclarar que es un subsidio. Se trata de una prestación pública asistencial de carácter económico.
Se utiliza como un medio para estimular el consumo o la producción, o de una ayuda que se brinda por un periodo determinado. Podría definirse al subsidio como la diferencia entre el precio real de un producto o servicio y el precio que paga el consumidor para acceder a dicho producto o servicio. En estos casos, el gobierno aporta subsidios a las empresas para evitar que suban los precios o tarifas.
Básicamente esta es la definición de lo que es un subsidio; y visto de esta forma tiene sentido que hayan existido pero tiene también mucho sentido que comiencen a desaparecer.
Reseña de la historia reciente:
Haciendo un poco de historia, a fines de los ’80, el país se encontraba en una crisis que también abarcaba al sector energético. Con la salida económica que brindo la convertibilidad y el paquete neoliberal (dentro de los cuales se encontraba el proceso de privatización), la capacidad de generación del país aumento un 75%, lo cual derivo en una caída prominente del precio de la electricidad (de US$49 por Mwh en 1992 a US$23 por Mwh en 2001). Sin embargo, con la crisis del 2001, las tarifas de electricidad fueron "pesificadas y congeladas". Esta situación junto al elevado nivel de inflación y a la fuerte devaluación del peso ha causado un gran desequilibrio económico financiero en las compañías del sector dado que muchas de ellas han contado con elevados niveles de deuda en moneda extranjera con acreedores del exterior. En ese contexto sumado a la caída del salario real de la población, un alto índice de desempleo; la existencia de subsidios ERA NECESARIA.
Las tarifas eléctricas en Argentina son muy inferiores al promedio de América Latina. En 2004, la tarifa residencial media era de 0,0380 US$ por kWh, muy similar a la tarifa industrial media, que fue de 0,0386 US$ por kWh en 2003. Los promedios para América Latina fueron de 0,115 US$ por kWh para usuarios residenciales y 0,107 US$ por kWh para usuarios industriales.
En agosto de 2008, y tras un periodo de 7 años de congelamiento, las tarifas eléctricas residenciales en el área metropolitana de Buenos Aires (servida por las distribuidoras Edenor, Edesur y Edelap) experimentaron un incremento de entre el 10% y el 30% para hogares que consumen más de 650kWh cada dos meses. Para consumos entre 651kWh y 800kWh, el incremento fue del 10%; siendo del 30% para los usuarios en la banda alta de consumo (más de 1,201kWh cada dos meses). Esta subida de tarifas afectó aproximadamente al 24% del total de clientes de Edenor, Edesur y Edelap (1.600.000 hogares). El incremento para el sector comercial e industrial fue del 10%.

Situación Coyuntural:
Con la eliminación de los subsidios a la energía, lo que se busca es no afectar a los consumidores de menor ingresos, aunque si perturba los costos de empresas y grandes usuarios, o definitivamente, usuarios de barrios pudientes. El rehén de esta restructuración del gasto (ajuste, es otra cosa) no es ni mas ni menos, como se prevé, la clase media. Dado que los hogares más humildes no se ven afectados por las medidas y los jubilados pueden pedir el subsidio; los hogares más pudientes, no se ven afectados tampoco por la capacidad de pagos; el único que debe adaptarse y, tal vez, modificar sus patrones de consumo es la clase media.
Esta claro que lo que intenta hacer el gobierno con este recorte de subsidios es achicar el creciente gasto público. No parece haber propuestas superadoras sobre el destino de dichos fondos extras; el caso es que el gobierno no los considera como fondos extras sino como una masa de recursos que si no son recortados pueden traer complicaciones en la solvencia fiscal futura. Si bien no ha habido metas oficiales sobre lo que se desea ahorrar, se estima que rondaran los 20.000 millones de pesos (todo en concepto de subsidios al agua, gas y electricidad) sobre un presupuesto para 2012 de 75.000 millones de pesos; es decir supera el 25% de la partida. El primer paso es ahorrarse cerca de 600 millones de pesos al quitarse los subsidios de agua, luz y gas en bancos, financieras, seguros, telefonía celular, juegos de azar, mineras, aeropuertos y puertos. Las empresas alcanzadas en esta primera tanda pagarán más de 100% por la electricidad, con precios diferenciados según franjas horarias y no por nivel de consumo.
Por otro lado, el gobierno deberá tener muchísimo cuidado para que el recorte de estas partidas, que impactan de lleno a una industria heterogénea con sectores más dinámicos que otros, no se vea trasladado a los precios y generar un fenómeno similar a la estanflación. Para el caso de la electricidad, el precio mayorista no subsidiado pasa a costar entre $ 245,18 y $ 254,49 el MWh (una suba de entre 48 y 51%). El gobierno se ahorrará de subsidiar al sector industrial una suma cercana para el ejercicio 2012 (si antes no anuncia mas recortes) de casi $4100 millones de pesos.
Sin embargo esta no es la suma total que dejara de desembolsar el estado, ya que en una segunda etapa se descongelaran las tarifas a ciertas áreas residenciales (todas ellas, zonas residenciales de altos ingresos en CABA y Zona Norte) y se les retirara el subsidio. Dadas estas medidas, el gobierno logra evitar un desembolso del 6% del dinero de la partida de subsidios a los servicios; algo así, como $5000 millones.
En otras zonas, les llegara en enero un formulario que podría juzgarse como una declaración jurada para recibir el subsidio en el que se deben cumplir alguno de los 12 puntos que aparecen; como ejemplo, cobrar la jubilación mínima, recibir un plan social, tener certificado de discapacidad, habitar una vivienda precaria y contar con ingresos "insuficientes" para pagar la tarifa plena, etc.
La realidad es que la quita diferenciada de subsidios parece buena no solo en términos económicos, para achicar lo que será un claro déficit fiscal en 2012 y para invertir en actualizar y diversificar la matriz energética; sino también, no podemos ocultarlos, fue bien jugadas en términos políticos, anunciando una medida totalmente antipopular en los primeros meses de un mandato que fue consecuencia del 54% de los votos. No podemos hacernos los distraídos en cuanto a que la clase media y alta están, en mayor o menor medida, en condiciones de afrontar tarifas sin subsidios; básicamente están en situación de pagar lo que corresponde pagar.
Las repercusiones económicas para 2012 también pueden vislumbrarse; siendo la clase media la principal damnificada y en mucho menor medida el sector de ingresos altos, habrá un consumo muchísimo menor, tirando el PBI para abajo, que en estos últimos años, en sintonía con lo que el oficialismo diagnosticó en la ley de presupuesto 2012.
Destino de los subsidios:
Esta claro que hoy la matriz energética argentina tiene ciertos desequilibrios y desbalances. Principalmente depende de dos fuentes de energía, las cuales son el gas natural y el petróleo (47% y 41% del total de oferta interna) dejando muy relegados fuentes energéticas como la energía hidráulica, nuclear y eólica (que representan el 5%, 2% y menos del 1%).
El  petróleo, gas natural y carbón mineral, son de carácter no renovable; es decir que a medida que se van consumiendo disminuyen sus reservas sin posible reposición, salvo que se descubran nuevos yacimientos. Esto último si ocurre, aunque lo que se descubre es menos de lo que se consume y generalmente su explotación requiere tecnologías más complejas y costosas, ejemplo de lo cual es la extracción de petróleo en los mares. Sin embargo, es necesario llevar a cabo políticas de exploración y explotación en el territorio argentino dado que las empresas energéticas en manos de los privados han dejado de lado ese rubro para explotar y capitalizar los yacimientos disponibles. La realidad que cerca del 90% de la energía que consumió el país es de carácter no renovable, por ende, es necesario invertir en energías renovables como la energía hidráulica o nuclear.
La generación de energía no renovable en el país muestra signos de preocupación. La producción de petróleo comenzó a declinar desde 1998 para bajar más de un 25% y la de gas natural, aunque esta en una posición mejor, bajo desde 2004 un 3%; el hecho es que este tipo de energías descienden su producción pero no su consumo por lo que la diferencia debe importarse.
Como dato de color, puede observarse la matriz energética brasileña que tiene el 45% de generación de energía, renovable. Siendo justos, cabe decir que poseen porcentajes muy alto en leña y caña de azúcar y derivados (10% y 18% respectivamente), las cuales Argentina no puede utilizar en esas proporciones.
La energía nuclear en la Argentina tiene su historia con la creación del CNEA( Comisión Nacional de Energía Atómica), la cual se utilizo como bunker de la investigación y desarrollo argentino en materia de energía nuclear. A raíz de sus estudios se abre en 1974 la central nuclear Atucha I (aportando alrededor de 360 MW) y 1984 la central nuclear El Embalse (aporta 650MW). En 1979 se proyectó una tercera, la central nuclear Atucha II. La construcción se inició en 1981. Sin embargo, el trabajo avanzó lentamente debido a la falta de fondos y se suspendió en 1994 con un 81% de la planta construida. En 2003, se presentaron los planes para completar los 692 MW de Atucha 2. En agosto del 2006, el gobierno anunció un plan de EE.UU. de 3500 millones de dólares para desarrollar la energía nuclear en Argentina. Se trataba de terminar Atucha 2 y extender la vida útil de funcionamiento de Atucha 1 y Embalse. El objetivo era que la energía nuclear formara parte de una expansión de la capacidad de generación para satisfacer la creciente demanda.
En sus más de 30 años de exitosa operación, las centrales nucleares argentinas han generado más millones de Kwh. de energía limpia, confiable y segura. En ese período se utilizaron suficientes toneladas de Uranio, con lo que se evitó la contaminación ambiental producida por la liberación de los gases de efecto invernadero CO2. Es decir, muy a pesar de lo que recuerde la humanidad sobre la energía nuclear, la misma es energía limpia, segura y renovable.
La producción de energía eólica manifiesta un notable crecimiento a partir de la construcción de parques eólicos, que aprovechan, principalmente, los vientos de la Patagonia y la Provincia de Buenos Aires para la generación de energía renovable. Nuestro país posee las condiciones naturales óptimas para la generación de energía eólica –vientos constantes y uniformes en distintas partes de su territorio, principalmente en el sur argentino-; por ende, el estado debería tener un plan de políticas proactivas la creación de instituciones encargadas de promover el desarrollo de la actividad (no obstante se han creado instituciones como la Asociación Argentina de Energía Eólica y la Cámara Argentina de Generadores Eólicos), y la fuerte inversión en proyectos eólicos (ejemplo de esto debe ser la construcción del Parque Eólico Malaspina, en Chubut), convierten a la Argentina en el lugar ideal para la producción de este tipo de energía renovable.
En cuanto a la energía hidráulica, las centrales que más se destacan son las de Yacyretá, con una generación de 11500GWh, Salto Granda y Piedra del Águila (6800 y 5500GWh respectivamente). En la Argentina, el aprovechamiento de este tipo de energía es aún reducido frente a la magnitud del recurso. Las obras de mayor envergadura se encuentran en la cuenca del Plata y son binacionales. El resto de las represas importantes se encuentran en el ámbito montañoso o sobre los ríos que se alimentan del deshielo como El Nihuil I, II, III; Agua del Toro; Los Reyunos en Cuyo, y El Chocón, Alicurá, Arroyito y Futaleufú en la Patagonia.
Entre sus ventajas se puede mencionar que es un recurso autorrenovable, no contaminante y además los embalses pueden ser reguladores de los caudales de los ríos y disminuir así los efectos de crecidas violentas. Por el contrario, altera el normal desenvolvimiento en la vida biológica (animal y vegetal) del río, las centrales de embalse tienen el problema de la evaporación de agua (en la zona donde se construye aumenta la humedad relativa del ambiente como consecuencia de la evaporación del agua contenida en el embalse), en el caso de las centrales de embalse construidas en regiones tropicales, estudios realizados han demostrado que generan, como consecuencia del estancamiento de las aguas, grandes focos infecciosos de bacterias y enfermedades.
Como se puede observar, hay alternativas para cerrar la brecha entre lo que se produce y lo que se consume (en primera instancia) y también hay alternativas para, una vez subsanado el diferencial de consumo, comenzar el reemplazo de energías no renovables que además de su futuro agotamiento, son caros. Sin ir mas lejos, el país deberá desembolsar U$S 5500 millones en concepto de las importaciones de gas, tanto en barco como de Bolivia.

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