lunes, 9 de septiembre de 2013

Para El Cronista - El costo del relato

En un país cruzado por descripciones de la realidad que nos cuesta verificar en lo que sucede cotidianamente, vale la pena repasar alguna de las principales contradicciones y sus costos.
La oposición sostenía el relato que atribuía casi exclusivamente a causas de tipo monetarias para explicar la inflación pero en lo que va del año se verifica que en los primeros ocho meses se imprimieron solo 6% mas de billetes mientras que para el mismo período de 2012 se había emitido en el orden del 17%, al tiempo que la tasa de inflación sigue en los niveles similares del año pasado. 
En el mismo sentido se viene argumentando sobre la falta de competitividad en el tipo de cambio, relato que va quedando sin fuerza, si observamos que durante agosto se devaluó 3,3% colocando arriba del 40% en términos anualizados la pérdida de valor de nuestra moneda frente al dólar, lo cual es sustancialmente mas elevado que el aumento de los precios en pesos, sea cual fuera la mensura que se tome.
Por el lado del gobierno vemos el relato sobre el crecimiento del producto, que (debemos recordar) si lo hace oficialmente por encima del 3,25% nos veremos obligados a pagar 3500 millones de dólares en 2014, por el bono atado al cupón PBI. Esto estaría muy bien, si se verificara con la realidad, pero cierto es que ha quedado cuestionado desde diferentes sectores; así como se cuestiona la mensura oficial acerca de la inflación que ya no se condice con ningún aspecto del sentido común y que sigue ausente del debate entre el gobierno, los empresarios y los gremios. 
El crecimiento del PBI esta bajo la lupa de diferentes cámaras empresarias que ven como la información que brindan para la construcción del dato oficial, no es reflejada del mismo modo que fue brindada y tiene como consecuencia un valor para el crecimiento del producto que en lugar de estar en torno del 3% como suponemos los mas optimistas, el gobierno lo ubica por encima del 4%. Esta diferencia de décimas le puede costar a la sociedad en su conjunto miles de millones de dólares y supone recursos que podrían ser utilizados para ampliar nuestra alicaída capacidad energética, construir escuelas, hospitales, fortalecer la infraestructura general del país o invertir en seguridad. 
Hoy, transportar 45 mil toneladas de grano desde Salta a Santa Fe sale más caro que de Rosario al puerto de Holanda. A nadie parece interesarle. El debate al que asistimos como simples espectadores, se sigue centrando en la pelea por el titular del diario del día siguiente, por captar la atención del minuto a minuto televisivo, es decir dominar la agenda. 
Seguimos enfrascados en peleas donde detrás de los anuncios hay pocas realizaciones, y detrás de las contrapropuestas hay escasos fundamentos. Poco es lo que se percibe de sustancia en materia de ideas nuevas y mucho es lo que se observa de marketing político. 
Quedamos presos de los actos de diseño, las sonrisas ultrablancas, los globos de colores y las ‘historias de vida conmovedoras’. Ni unos ni otros cruzan el limite de la mediocridad, nadie se anima a plantear las cosas como son, no se ven planteos concretos de cara a la sociedad, donde se ponga en claro que si queremos bajar impuestos, no emitir, y nadie nos presta un peso en el mundo (a pesar de ser ‘pagadores seriales’), alguien va a tener que pagar el costo. Y los damnificados seremos todos. 
Esa es la pura verdad, no hay luz barata para todo el mundo sino tenemos forma de pagarla, pronto veremos como se ajustan de algún modo, sin debatirlo y solamente en función de costos y beneficios de carácter táctico. Lo mismo pasará en materia de los diversos frentes que hoy reciben subsidios (muchos de ellos sumamente necesarios) en el tiempo por venir. 
Si nos tenemos que encomendar a dios para que ilumine jueces estadounidenses, producto de errores propios en nuestra estrategia, algo debemos revisar. 
Es increíble que quien gobierna y quien pretende hacerlo se muestren incapaces de hacerse cargo. Solo pretenden ver el brillo de los aciertos (que los hay desde ambos lados, desde ya) mientras ignoran la opacidad de los errores. 
El relato de unos y otros parece moverse al compás de aquello que los asesores recomiendan decir porque se supone que es lo que la mayoría ‘quiere escuchar’, mientras tanto, en la argentina, aquellos que vivimos con los números reales, seguimos a la espera que la discusión entre unos y otros, deje de ser por los números y comience a ser sobre como hacer con los números para que todos vivamos un poco mejor.

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