sábado, 4 de agosto de 2012

Portfolio Personal - Historia de la Deuda Externa/Eterna Argentina (tercera y última parte)

Hay que tener en claro que la deuda no es lo nocivo; lo malo es el destino para el cual se fue contrayendo a cada momento. Un repaso del manejo del endeudamiento de los últimos gobiernos, incluído el default y el pago del Boden 2012 de hoy. También lo que nos queda para el año próximo, que recordemos es un año electoral, y en el que Cristina no tendrá la restricción de un pago de deuda abultado. Por @matiastombolini.



Finalmente, a sólo un día que Argentina haga frente al último pago del Boden 2012, entramos en el último tramo del relato sobre la historia de nuestra deuda ETERNA.

Anticipando la conclusión entiendo que es importante repasar con ustedes, los casi 190 años que han pasado desde que en 1824 comenzó este proceso. Es importante comprender como el endeudamiento, que no es malo en sí mismo, ha sido utilizado como una herramienta de dominacion de los paises centrales a lo largo de nuestra historia.

Desde ya, que al aceptar la deuda nosotros somos quienes hemos consentido dicha forma de sometimiento.

Como fuera, lo cierto es que en todos estos años, nunca hubo un correlato serio entre el aumento del nivel de endeudamiento y el avance en las capacidades productivas (y por lo tanto de generacion de empleo) de nuestro país.

La mayor parte de las veces que nos hemos endeudado fue para financiar cuestiones que poco tenian que ver con el desarrollo nacional. Nada ha variado el stock de capital social de nuetro país de la mano de un endeudamiento que a partir de cierto momento solo crecía para financiarce a sí mismo.

La deuda no es lo nocivo; lo malo es el destino para el cual se fue contrayendo a cada momento.

En esta dirección es que las estrategias de desendeudamiento en países como el nuestro, permiten ganar grados de libertad en la determinacion de nuestras politicas economicas, sin la necesidad de contar con la aprobacion de terceros que normalmente estan interesados en su propio lucro antes que el bienestar de la nación.

El comienzo de la nueva década se inaugura con un contexto en los países centrales que comienzan a reclamar el pago puntual de la deuda y sus intereses.

Del '80 al '83, la deuda pasa de U$S 27.1K millones a U$S 44.3K millones.
A lo largo de todo este período, principalmente a partir del '81, comienza la estatización de la deuda, en dónde aproximadamente U$S 14.5K millones pasaron de ser deuda privada a deuda estatal.

El gobierno de Alfonsín, tras la vuelta a la democracia, ambicionó con la idea de determinar qué parte de la deuda era legítima, esfuerzos que fueron sucumbidos por las presiones del establishment.

Con Bernardo Grinspun como titular del Palacio de Hacienda, se logra refinanciar la deuda de los años '82 a '85 con una baja sustancial de las tasas.
Reclamo que se da en un contexto de constante deterioro en los términos de intercambio a favor de los países industrializados volviendo cada vez más dificultoso el pago de los servicios de la deuda.

En el marco de una economía con 625% de inflación, tensiones y reveses políticos y su enfrentamiento irascible con el capital transnacional, no queda otra que dar un paso al costado por ese ministro de economía.

Durante la gestión de Alfonsín, la balanza de pagos muestra un feroz déficit generado por el pago de los servicios de la deuda, arrojando hacia 1988 los siguientes saldos en materia de deuda:



El mandato radical concluye anticipadamente, con una inflación cercana al 200% y una deuda externa que ronda los U$S 60k millones.

La política económica del periodo menemista resguarda y profundiza el modelo implantado por la dictadura genocida. En ese sentido, se sancionan leyes como la Ley de Reforma del Estado que abre camino a las privatizaciones, igualdad entre el capital extranjero y el nacional (legitimando la desigualdad real entre ellas), reforma tributaria regresiva, desregulación financiera, privada, flexibilización laboral, disciplina fiscal, entre otras nefastas medidas.

El menemismo se preocupa por resguardar los intereses de los acreedores externos a través del Plan Brady (1992), llevando a cabo el canje de los viejos bonos de la deuda externa en poder de los bancos extranjeros por nuevos bonos Brady. Con una deuda publica de U$S 59k millones, el acuerdo se reduce a financiar U$S 29.9k millones (la mitad de la deuda).

Poco después se asiste al otorgamiento de nuevos beneficios al sector financiero a través de la "capitalización de la deuda". Esta medida permite comprar activos (desde la telefonía y los transportes hasta la distribución de la energía, puertos bancos y rutas) entregando títulos de baja cotización a los cuales el Estado Argentino les reconoce su valor nominal entero con presencia de su valor real.

El precio de la moneda totalmente sobrevaluado conlleva a un déficit comercial que comienza a carcomer el sistema. El déficit del periodo menemista supera los U$S 76k millones, lo que explica que a pesar de la venta de las empresas públicas, la deuda pública se incrementó en alrededor de U$S 60k millones.

Si bien en los primeros años, la deuda no creció demasiado por la venta de las empresas públicas, el panorama cambia radicalmente a partir de 1994, debido a la necesidad de cerrar la brecha negativa de la balanza de pagos. Asimismo, las grandes empresas extranjeras, tanto industriales como financieras y prestadoras de servicios públicos, recurren a su vez, al crédito externo, por lo cual la deuda externa privada crece durante esos años.

La fuga de capitales fue un suceso corriente tanto durante la dictadura como en los gobiernos de Alfonsín y Menem. Se calcula que en 1998 hubo U$S 75k millones en el exterior propiedad de argentinos; es decir, 3 veces la cantidad de divisas en posesión del BCRA. Al crecer el riesgo país, esta fuga se profundizó. En 1999, los argentinos tenían afuera U$S 97k millones; es decir, un tercio del PBI.

Menem cierra su ciclo con una deuda externa publica de U$S 121.8 millones, que deben sumarse a los U$S 22k millones que deben las provincias y municipalidades, más un valor estimado de U$S 48k millones de deuda externa privada.

El gobierno de De La Rua se dedicó a administrar el modelo imperante con una deuda externa aproximada de U$S 140k millones. Pudo sobrevivir dos años gracias a negociaciones con el FMI que le otorgaron préstamos de gran envergadura a cambio de feroces ajustes fiscales, evitar nuevos endeudamientos y desregular las obras sociales. El mega-canje y el Blindaje son líneas de crédito de este estilo orientado a que las empresas privatizadas, saquen su dinero del país sin desestabilizar las cuentas.

Con el nombramiento de Cavallo se aplica la receta liberal de reducir gastos y aumentar la presión impositiva en busca del 'déficit cero'. La recesión y la fuga de capitales continuaron a ritmo acelerado. A fines de noviembre de 2001, una nueva corrida puso en peligro la sustentabilidad del sistema financiero, y el ministro Cavallo decidió la implementación del denominado 'corralito', el cual congelaba la posibilidad de retirar libremente los depósitos bancarios. Era el principio del fin.

De La Rua abandona la presidencia con una deuda externa de U$S 154.1 millones, una pobreza que alcanzo el 57,5%, índices de indigencia al 27,5% y desocupación de 16,4%.

El default declarado durante el interinato de Adolfo Rodríguez Saa superó los U$S 80k millones.

Duhalde devaluó la moneda (el mercado ya lo había hecho solo), pesificó los depósitos en moneda extranjera y aplicó una serie de medidas sociales tendientes a atenuar los efectos de una economía recesiva que había incrementado la pobreza e indigencia.

En septiembre de 2002, el gobierno anunció la emisión de Bonos (Boden) del Estado Nacional para los depositantes del sistema financiero que se presentarán al canje de depósitos reprogramados: Boden 2005 por un monto de U$S 885 millones, Boden 2007 por U$S 355 millones y Boden 2012 por U$S 4.3k millones.. La emisión fue de U$S 3k millones y U$S 7.32k millones respectivamente.

Néstor Kirchner asume la presidencia en 2003. La política económica de su gobierno continuó los lineamientos establecidos por Lavagna bajo la presidencia de Duhalde, manteniendo la devaluación de la moneda mediante una fuerte participación del BCRA en la compra de divisas, impulsando las exportaciones, etc. La política de dólar alto permitió producir bienes y servicios a precios competitivos en el mercado internacional.

A principios de 2005 se lanzo oficialmente la operación de canje de deuda en default. Dicho canje alcanza un exitoso 76% de adhesiones. De los U$S 81.8k millones, entraron en el canje U$S 62.2k millones. Bajo ese mecanismo se entregaran como parte del canje nuevos bonos de deuda por valor de U$S 35.2 millones. La quita nominal alcanzó los U$S 27k millones.

Según cifras oficiales, la deuda total bajó a U$S 125k millones, lo que corresponde una quita de U$S 67k millones.

La nueva estructura de la deuda mostró algunos aspectos más favorables: la proporción en pesos argentinos pasó de un 3% a un 38% después del canje, por ejemplo. Además, los plazos se extendieron y los intereses son menores. Finalmente, los bonos tienen componentes de ajuste por inflación o están directamente atados al crecimiento del PBI.

El gobierno de Kirchner logró imponer sus condiciones en la renegociación por sobre los intereses del capital internacional.

En diciembre de 2005, decidió liquidar la deuda argentina con el FMI en un solo pago, y nueva financiación, por un total de U$S 9.8k millones utilizando reservas internacionales que alcanzaron un valor de U$S 28k millones.

En 2010 (bajo el mandato de Cristina Fernández), se lanza el canje de deuda por aquellos bonos que no entraron en el canje realizado en 2005. Una operación por alrededor de U$S 20k millones. El nivel de aceptación alcanzó el 66.3% de los acreedores.

En noviembre de 2010, se comenzó la renegociación de la deuda con el Club de Paris sin la intervención del FMI. Deuda que ascendía a U$S 6.7k millones.

Según datos del Ministerio de Economía, a fines de septiembre de 2011, la deuda pública externa ascendía a U$S 175.3k millones (42,7% del PBI).
Otro dato a tener en cuenta es que la deuda que posee Argentina hoy en día, es en pesos y está en su mayoría en poder de organismos públicos.

El 3 de agosto, el Gobierno pagará la última cuota del Boden 2012, una operación hecha diez años atrás por el equipo económico de Roberto Lavagna para desactivar el corralito.

Los bancos confiscaron unos 70.000 millones de dólares de ahorristas, durante la peor crisis económica del país. El gobierno prevé liquidar el Boden 2012, por 2.300 millones de dólares que determinará el fin del corralito por el cual los depósitos de miles de ahorristas quedaron atrapados en los bancos durante la crisis de Argentina. El pago de la última cuota de dicho bono se llevará a cabo con reservas del BCRA.

Además del Boden 2012, el gobierno argentino afronta este año otro abultado compromiso, el Cupón-PIB por unos 3.000 millones de dólares.

El Boden 2012 es el único que consiguió ganarle al dólar en el mercado paralelo. En lo que va del año ya acumula una suba nada menos que del 45%. Se trata del principal medio utilizado por los inversores para acceder a divisas a través de un instrumento legal. Desde mayo, cuando directamente la AFIP prohibió la compra de dólares, este bono trepó todavía aún más. Es tal la demanda que actualmente se pagan 680 pesos por cada 100 dólares a cobrar el 3 de agosto. Claro que con la desaparición de este título en pocas semanas, los inversores ya comienzan a reemplazarlo por otros bonos que cotizan en dólares, pero se pueden comprar en pesos. Entre los preferidos, ya se ubican el Boden 2015 y el Bonar X (vence en el año 2017).

Según informa El Cronista, el Bonar tiene como fecha de vencimiento el 17 de abril del 2017. El bono tiene semestralmente una tasa fija del 7% y paga el capital al vencerse, con una ganancia del 15% en dólares.

El Boden 15, por su parte, tiene como fecha de vencimiento el 3 de octubre del 2015 y registra un beneficio del 14,7%. Como en el caso del Bonar, mantiene la misma tasa y el capital se retorna al cumplirse el plazo.

Resuenan como oportunidades también el Bonar XII y el Boden 2013, ya que acumulan rendimientos del 8,5% este mes

Para el año que viene la situación luce mucho más holgada. Sobre todo si la economía crece por debajo de 3,2%: en ese caso no se pagaría el cupón atado a la evolución del producto bruto. Según datos privados (los oficiales no están actualizados a la fecha), la brecha a financiar para este año es de US$ 14.500 millones, aproximadamente la mitad de ese monto debe abonarse en dólares (el resto de la deuda está denominada en pesos). Para 2013 la cifra caerá a US$ 4.000 millones y en 2014 a US$ 2.000 millones. Es un dato a tener muy en cuenta; el año que viene es electoral y Cristina no tendrá la restricción de un pago de deuda abultado.

Uno de los beneficios de la política de desendeudamiento de la última década fue la mejora de la composición de la deuda pública. Hoy más de la mitad de los pasivos son con respecto al propio sector público. La nacionalización del sistema de las AFJP y el crecimiento económico de los últimos años fueron los principales factores que explicaron el cambio de cartera. La principal consecuencia favorable de contar con más de la mitad de la deuda pública en manos de agencias del Estado es que el país no corre riesgo de refinanciamiento.

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