Luego de la intervención de la presidenta en la Asamblea General de las Naciones Unidas, son múltiples las consideraciones que se pueden realizar.
En materia del reclamo de diálogo por Malvinas solo se puede estar de acuerdo, tanto en la forma como en fondo. Lo mismo en cuanto a las consideraciones sobre los costos sociales de la crisis financiera internacional y la falta de normas de gobernanza global que provean un marco de estabilidad legal del cual hoy temas como las reestructuraciones de deuda carecen. Cabe la particularidad del reclamo, cuando proviene de un país que no tiene el mejor de los récords en lo que hace al cumplimiento de las normas, las cuales nos gusten o no, hemos firmado y nos cuesta cumplir, como los fallos del CIADI que seguimos sin resolver. Mas allá de mi opinión (negativa) sobre la conveniencia de permanecer en dicho ámbito para laudar sobre inversiones.
La presidenta abordó además diferentes aspectos de carácter internacional. Todos polémicos y sensibles. Así es Cristina, lo que dice puede gustar o no, pero rara vez genera indiferencia.
Aquí surge el primer punto para considerar, y es hasta que donde este tipo de foros son el marco indicado para tomar posiciones tan contundentes, toda vez que el mundo es un escenario sumamente cambiante y nuestra política domestica, también. Tal vez no tenga brillo, puede que no sea taquillero, pero tengo la impresión que haciendo mucho ruido, no hemos tenido éxito, como tampoco lo tuvimos desde el alineamiento absoluto y las relaciones carnales.
Se puede tener una posición, firme, en defensa del interés nacional, que nos represente sin matices, pero sin grandilocuencias ni definiciones irrevocables, que irremediablemente habrán de chocar con la realidad, no porque cambiemos la posición (o si) sino porque lo que cambia es la realidad.
En ese aspecto Irán representa un claro ejemplo, vimos como la presidenta ponderaba positivamente que el presidente iraní Hasán Rouhaní haya manifestado una posición divergente respecto de su predecesor en cuanto al Holocausto, reconociéndolo, cuando hace un año, en el mismo foro, nuestro país permaneció sentado escuchando por primera vez desde que el anterior presidente Ahmadineyad desconociera el holocausto y convocara a la desaparición el estado de Israel, en lo que representó un gesto que al igual que el acuerdo con ese país parece habernos traído mas costos que beneficios.
En su oportunidad el canciller Timerman, defendió a rajatabla ese camino y el martes vimos a la presidenta pedir a Irán que le de curso a un instrumento, el cual hasta aquí sólo hemos firmado nosotros. Esto bien le podría haber costado el puesto al jefe de la diplomacia, mas no sea por exponer a la máxima figura del país a defender un supuesto acuerdo que resultó no ser tal, ya que para serlo debe tener la anuencia de ambas partes, y por ahora eso no ha sucedido.
En lo atinente al conflicto interno en Siria, es muy importante que hayamos tenido posición concreta dado el rol que ocupa la argentina en el consejo de seguridad en estos momentos y hasta 2014. Lo que parece llamativo es cierto tono de sarcasmo utilizado al referirse a temas tan serios como la provisión de armamento a uno de los sectores en pugna. No luce prudente realizar consideraciones que den lugar a las suspicacias en ámbitos de ese tipo. No me refiero aquí a una posición pacata, es decir si la Argentina tiene una denuncia para hacer, la tiene que formular, de otro modo tal vez serÍa mejor intentar ser un poco más aburridos, sobre todo porque cuando habla un presidente no lo hace a título personal sino representando a un país, que además estuvo involucrado en conflictos como el de armas a Croacia y Ecuador hace solo unos años.
En cuanto a los fondos buitre y el pago de la deuda, sucede algo similar. Resulta innegable el revuelto estomacal que nos produce como país ver cómo un grupo de lobbistas pretende obtener rendimientos del 1500% sin correr demasiados riesgos. Eso es lo obvio, el tema es por qué vamos a dar lecciones de lo que debe ser y lo que no, y terminamos recordando que somos pagadores seriales mientras nadie nos presta un dólar al tiempo que el resto de los países de la región consiguen financiar proyectos de desarrollo con préstamos de largo plazo, como lo hizo Bolivia el año pasado.
Entre los debates que podríamos encarar en el futuro, uno podría ser si estamos para dar lecciones a los demás sobre lo que no parece que hayamos aprendido nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario