El último mes del invierno comenzó con una ola de calor que no solo elevó la sensación térmica sino que parece haber tenido influencia en la temperatura del dólar.
Luego del anuncio por parte de la Presidenta en cuanto al envío del proyecto de ley denominado pago soberano local de la deuda externa argentina, el billete verde retomó su carrera ascendente para batir récord tras récord, tanto en su versión oficial como en el mercado ilegal.
La iniciativa representa la posibilidad de viabilizar un canal de pago cierto de las obligaciones próximas, garantizando el cobro por parte de los bonistas reestructurados que quieran y puedan participar de la propuesta, así como un claro mensaje en dirección a obturar aún mas la posibilidad de acuerdo para dar cumplimiento a la sentencia de los tribunales estadounidenses en materia de fondos buitres.
Los fundamentos del citado proyecto son explícitos en cuanto al cuestionamiento (válido desde el punto de vista de quien escribe) sobre el proceso y posterior fallo contra nuestro país en el litigio. Surge entonces una primera consideración y es que, si hasta ahora la retórica reinaba y la argumentación complementaria a la injusta decisión de Griesa era la limitación que impone el riesgo derivado de la famosa cláusula RUFO.
A partir del proyecto de ley, la línea discursiva se plasmó en voluntad política concreta. De aprobarse, involucraría nuevamente al parlamento en el caso que luego el gobierno quisiera optar cumplir la sentencia del juez neoyorquino.
Es decir, supongamos que la iniciativa se convierte en ley tal y como fue enviada al Congreso, en su capítulo tercero habilita la reapertura del canje en los términos del 2005 y 2010, la cual fuera reiteradamente rechazada por los buitres. Es mas, esta propuesta va mas allá y crea un fondo especial en el cual prevé destinar los pagos correspondientes aún si los holdouts no aceptan dicha oferta.
A partir de aquí, dar marcha atrás en enero de 2015, ya sin el riesgo de la cláusula RUFO, sería mucho más complicado que antes ya que hasta el anuncio de la Presidenta solo hubiera sido necesaria la autorización del Congreso. En cambio ahora dicha autorización implica modificar una ley que habrán votado solo un par de meses antes, con el costo político que ello implica.
Al mismo tiempo Griesa califica el proyecto de ilegal en una nueva manifestación de exceso en sus atribuciones pero sobre todo insistiendo en no tender un puente de plata para permitir una derrota digna a la Argentina que por su parte se aleja cada vez más de la posibilidad de un acuerdo relativo al cumplimiento de la sentencia. De este modo nuestro país enfrenta hasta 2016 vencimientos que sumando Nación, provincias y empresas asciende a un monto parecido al de nuestras reservas actuales disponibles. El resto solo es cuestión de expectativas, si los potenciales compradores de dólares suponen que estos van a escasear, entonces tratarán de comprar cuanto antes, los importadores adelantarán sus operaciones y los exportadores las retrasarán, elevando aún más la presión sobre el dólar.
La interna del BCRA-Ministerio de Economía, tampoco ayuda y bajar las tasas de interés no parece del agrado del presidente del Banco Central, al menos si se observa lo que hizo hasta finales de julio.
El resultado es contundente si miramos cuánto valía un dólar a fines de 2007 en Argentina: rondaba los $ 3 mientras que en Brasil cotizaba cerca de 2 reales con 10 centavos. Este monto al día de hoy se acerca a 2,3 reales por dólar mientras que aquí, oficialmente, cotiza 8,4.
De hecho, sólo en 2014 el peso es una de las 3 monedas más devaluadas del mundo, podio que comparte con Ghana y Ucrania, y es sólo si tomamos la cotización oficial, ya que si tomamos el mercado ilegal, seríamos líderes absolutos en la materia.
Dicho esto, es claro que el camino elegido tiene consecuencias medibles y palpables diariamente, y es sólo la política la que debe buscar y encontrar la solución, que sea cual fuere, sería interesante que otorgue elementos novedosos ya que con las que estamos implementando repetidamente, frente a los mismos problemas, lo único que encontramos son resultados similares. Esperar otra cosa no tiene que ver con ser Anti K o Pro K, sino con tener un poco de sentido común, de ese que no abunda últimamente.
Luego del anuncio por parte de la Presidenta en cuanto al envío del proyecto de ley denominado pago soberano local de la deuda externa argentina, el billete verde retomó su carrera ascendente para batir récord tras récord, tanto en su versión oficial como en el mercado ilegal.
La iniciativa representa la posibilidad de viabilizar un canal de pago cierto de las obligaciones próximas, garantizando el cobro por parte de los bonistas reestructurados que quieran y puedan participar de la propuesta, así como un claro mensaje en dirección a obturar aún mas la posibilidad de acuerdo para dar cumplimiento a la sentencia de los tribunales estadounidenses en materia de fondos buitres.
Los fundamentos del citado proyecto son explícitos en cuanto al cuestionamiento (válido desde el punto de vista de quien escribe) sobre el proceso y posterior fallo contra nuestro país en el litigio. Surge entonces una primera consideración y es que, si hasta ahora la retórica reinaba y la argumentación complementaria a la injusta decisión de Griesa era la limitación que impone el riesgo derivado de la famosa cláusula RUFO.
A partir del proyecto de ley, la línea discursiva se plasmó en voluntad política concreta. De aprobarse, involucraría nuevamente al parlamento en el caso que luego el gobierno quisiera optar cumplir la sentencia del juez neoyorquino.
Es decir, supongamos que la iniciativa se convierte en ley tal y como fue enviada al Congreso, en su capítulo tercero habilita la reapertura del canje en los términos del 2005 y 2010, la cual fuera reiteradamente rechazada por los buitres. Es mas, esta propuesta va mas allá y crea un fondo especial en el cual prevé destinar los pagos correspondientes aún si los holdouts no aceptan dicha oferta.
A partir de aquí, dar marcha atrás en enero de 2015, ya sin el riesgo de la cláusula RUFO, sería mucho más complicado que antes ya que hasta el anuncio de la Presidenta solo hubiera sido necesaria la autorización del Congreso. En cambio ahora dicha autorización implica modificar una ley que habrán votado solo un par de meses antes, con el costo político que ello implica.
Al mismo tiempo Griesa califica el proyecto de ilegal en una nueva manifestación de exceso en sus atribuciones pero sobre todo insistiendo en no tender un puente de plata para permitir una derrota digna a la Argentina que por su parte se aleja cada vez más de la posibilidad de un acuerdo relativo al cumplimiento de la sentencia. De este modo nuestro país enfrenta hasta 2016 vencimientos que sumando Nación, provincias y empresas asciende a un monto parecido al de nuestras reservas actuales disponibles. El resto solo es cuestión de expectativas, si los potenciales compradores de dólares suponen que estos van a escasear, entonces tratarán de comprar cuanto antes, los importadores adelantarán sus operaciones y los exportadores las retrasarán, elevando aún más la presión sobre el dólar.
La interna del BCRA-Ministerio de Economía, tampoco ayuda y bajar las tasas de interés no parece del agrado del presidente del Banco Central, al menos si se observa lo que hizo hasta finales de julio.
El resultado es contundente si miramos cuánto valía un dólar a fines de 2007 en Argentina: rondaba los $ 3 mientras que en Brasil cotizaba cerca de 2 reales con 10 centavos. Este monto al día de hoy se acerca a 2,3 reales por dólar mientras que aquí, oficialmente, cotiza 8,4.
De hecho, sólo en 2014 el peso es una de las 3 monedas más devaluadas del mundo, podio que comparte con Ghana y Ucrania, y es sólo si tomamos la cotización oficial, ya que si tomamos el mercado ilegal, seríamos líderes absolutos en la materia.
Dicho esto, es claro que el camino elegido tiene consecuencias medibles y palpables diariamente, y es sólo la política la que debe buscar y encontrar la solución, que sea cual fuere, sería interesante que otorgue elementos novedosos ya que con las que estamos implementando repetidamente, frente a los mismos problemas, lo único que encontramos son resultados similares. Esperar otra cosa no tiene que ver con ser Anti K o Pro K, sino con tener un poco de sentido común, de ese que no abunda últimamente.
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