viernes, 26 de febrero de 2016

"CLAVES E IMPLICANCIAS DEL ACUERDO DE ARGENTINA CON LOS FONDOS BUITRES"

El Cronista
Sobre el filo de un convulsionado año como el 2001 y que presagiaba un 2002 cargado de dificultades, nuestro país, con Adolfo Rodríguez Saá como presidente, entraba en default, el cual inicialmente ascendía a u$s 81.836 millones. El más grande de la historia económica hasta ese momento.

Dicha cesación de pagos con los acreedores propios y extraños, fue solo uno de los aspectos de una debacle que se enmarcó en lo peor que ha tenido el recorrido de la economía argentina en 200 años. La historia de la deuda externa, tiene en el imaginario colectivo la marca asociada al robo, la estafa y la avivada. Ya que con una larga lista de incumplimientos de los compromisos que nosotros mismos asumimos, pagar la deuda luce de mal modo, como si respetar los contratos fuera cosa de cipayos y vende patrias. Esta forma de razonar resulta curiosa pero no inverosímil en virtud de nuestro pasado.

Por otra parte muchas veces se asocia el disgusto de la sociedad con el pago de la deuda externa con cierta característica, que algunos suponen genética, la cual nos predispondría a ser malos pagadores. Esa idea del ex presidente de Uruguay Jorge Battle, cuando nos tildó a los argentinos de "ladrones del primero hasta el ultimo" no es más que una interpretación simplista de un tema que cala hondo en la vida económica, social y política de nuestro país.

La historia de la deuda externa argentina comienza con el empréstito de la Baring Brothers, solicitado por el gobierno de Rivadavia en el año 1824. Pedimos un millón de libras, con tierras fiscales como garantía pero a las arcas del Estado apenas llegaron 552 libras del millón solicitado.

Nuestra sociedad no presenta tasas de morosidad e incumplimiento por encima de la media mundial. Pagamos la tarjeta de crédito, los préstamos prendarios e hipotecarios en línea con lo que sucede en el resto del mundo. Solo que cuando nos hablan de deuda externa, la percepción es que el dinero que pedimos prestado nunca llegó al destino para el que se solicitó originalmente. No es genético sino la sensación de haber sido estafados a lo largo de 190 años.

Lo que parece nos cuesta admitir es que si fue una estafa, por un lado está el prestamista y por otro el tomador, que fue la Argentina, y ambas partes son responsables. Sobre todo porque además de no quedar claro el destino del dinero que pedimos, hasta finales de siglo XX esos préstamos venían de la mano de recetas sobre qué debíamos hacer y que no en nuestra propia economía.

En suma, el problema que tenemos los argentinos con la deuda externa esta íntimamente ligado al destino de la misma y las condiciones que vinieron adosadas a los préstamos en términos de política económica. Sin embargo, resulta que el crédito es una de las palancas fundamentales del capitalismo, y no tiene nada de malo pedir prestado a 30 años por ejemplo si el dinero se usa para construir un puente o una ruta que se va a usar durante 50 años. Sucede que siempre subyace la pregunta si la plata se usará para lo que se pide y qué nos piden a cambio del dinero que pedimos, además de la tasa de interés.

En referencia al último acuerdo con los holdouts vale repasar los motivos que viabilizaron el mismo, en lo que sería un paso necesario para poder regresar a los mercados internacionales. Por el lado argentino está clara la voluntad del gobierno por abordar los aspectos prácticos del problema como forma de enfrentarlo, antes que desde el aspecto retórico
‘Patria o buitres’. Así como la necesidad del Gobierno que la Argentina salga del Veraz en el que nos encontramos y que nos impide emitir deuda a la misma tasa que nuestros vecinos. Al tiempo que destrabar inversiones que estando en el Veraz no llegan ni llegarán.

En términos del contexto hubieron señales de la Argentina al mundo y del mundo a la Argentina, desde la visita de Macri a Davos hasta el recibimiento de tres presidentes de las primeras ocho economías del mundo (Italia, Francia y EE.UU.), cuando no habrán pasado ni 120 días del nuevo gobierno.

Por su parte, cuando Argentina manifestó voluntad de acordar, le dieron cuerpo a una estrategia de negociación por etapas que encerró (si cabe el termino) a los buitres.

n 1) Sentaron a los más chicos que acordaron rápido.

n 2) Griesa manifestó que repondría el Stay (que es como sacar a la argentina del Veraz casi totalmente)
Finalmente los buitres se enfrentaron a la posibilidad de aceptar la quita propuesta o ir a un juicio eterno (sin la presión del Stay) cuando en realidad ya ganaron una fortuna.

Por delante el desafío será no solo honrar las deudas sino el esfuerzo que hacemos los argentinos para pagarlas. La mejor manera de hacerlo es sencillamente usando ese dinero para mejorar la vida del conjunto antes que las arcas de los vivos de siempre.


1 comentario:

  1. Como estas, tengo una simple pregunta que me surge de uno de los primeros párrafos... Si las deudas que adquirimos, en su gran raíz, fueron tomadas por gobiernos ilegítimos en parte ( dictadura) es legal tener que pagarlas. Si el que me prestó sabía que el que la pidió no era el verdadero gobierno de un país. En un ejemplo bien burdo: se mete un tipo a mi casa a robar, me ata en el baño y justo golpea la puerta un vendedor de libros y el ladrón le compra uno a pagar en 12 meses. Esa deuda que toma mi domicilio legal ( mi casa, mi país ) es legítima?
    Abrazo.

    ResponderEliminar