viernes, 11 de marzo de 2016

"EL FALSO DILEMA DE LA DEUDA"

El Cronista

La semana entrante tendrá lugar en Diputados el debate relativo a los pasos que se deben seguir para que la Argentina dé cumplimiento a la sentencia judicial del Juez Thomas Griesa cuyo mecanismo de pago se acordó en las oficinas del mediador Daniel Pollak. La discusión de estos temas pone sobre el centro de la escena pública toda una gama de apreciaciones sobre el endeudamiento público.

Por un lado están los cuestionamientos de orden técnico, que hacen a los conceptos pagados en el marco de la negociación per-se, la cual luce sofisticada, dada la diversidad de situaciones que se deben abordar en función de la variedad de casos que presentan los tenedores de bonos en default así como los riesgos legales contingentes y por el otro la discusión de fondo sobre lo que algunos señalan como el retorno a un proceso de endeudamiento. 
Sobre el arreglo con los fondos buitre vale la pena detenerse a analizar qué pasaría si los tenedores de deuda reestructurada en 2005 y 2010 reclaman trato igualitario que aquellos que están logrando el actual acuerdo. Este ejercicio supone determinar cuál es el tamaño e impacto que este tipo de acciones pueden generar en caso que sucedan, evaluando el riesgo contingente que podría pesar sobre el costo de la deuda soberana así como la posibilidad de dejar la puerta abierta a extorsiones en el futuro, por parte de administraciones venideras de cualquier país donde se haga lugar a este tipo de reclamos.
Vale decir que la probabilidad de ocurrencia de este tipo de situaciones tiende a cero una vez caída la cláusula RUFO, pero no es cero. Como tal hay que valorar el costo de su ocurrencia y generar las previsiones pertinentes tanto en el plano económico, como en el legal. Es decir, debemos intentar cubrirnos del mejor modo posible de los cisnes negros. Negarlos es exactamente lo que hacen las víctimas que padecen sus peores consecuencias.

Por otra parte y quizás lo más relevante, debemos identificar el elemento central sobre la causa del endeudamiento que la Argentina se presta a abordar. En este sentido vale decir que la emisión de deuda no solo se prevé como herramienta para resolver el conflicto mencionado al comienzo, sino como instrumento de financiamiento del déficit fiscal que en nuestro país el Gobierno informa como primario (es decir antes del pago del intereses de la deuda) en el orden de 5,4 puntos del PBI.

El programa fiscal supone que vamos a tener que emitir no menos de u$s 20 mil millones de aquí a fin de año para cubrir parte de los requerimientos de caja que tiene el estado. Esto no es bueno ni malo en si mismo, pero resulta determinante comprender la génesis de esta deuda.
Cuando pagamos a los fondos buitre no tenemos deuda nueva en términos netos, sino que cancelamos una deuda cara con otra más barata. Cuando emitimos deuda para cubrir el déficit fiscal, estamos haciendo lo mismo en el sentido que estamos cubriendo el pasivo que resulta de gastar más de lo que ingresa, tan simple como eso.

Hasta ahora el pasivo que supone el déficit fiscal se cubría con emisión monetaria que es una manera diferente de endeudarse, la cual redunda en licuar el peso de dicha deuda a costa del conjunto de la población que paga el impuesto inflacionario con pérdida del poder de compra de su flujo de ingresos y su stock de ahorros así como con la pérdida económica que supone la distancia a la que queda nuestro país de su crecimiento potencial en virtud del elevado costo del capital vigente por elegir financiar nuestro déficit solamente con emisión en lugar de un mix con crédito internacional.

Emitir o tomar deuda son dos caras de una misma moneda, no hay una ‘proceso de endeudamiento’ que sea independiente de su causa, esto es, el déficit.
Dicho esto, y considerando que es razonable sostener una reducción gradual del déficit a fin esperar que se agranden los ingresos antes que suponer que se deben reducir los gastos, este debería ser el debate central, que sigue ausente. No discutir cuanto estado queremos nos lleva a terminar debatiendo sobre aspectos que hacen a las consecuencias pero no operan sobre las causas del endeudamiento.

Finalmente, sería imprudente no mencionar que tuvimos en nuestra historia verdaderos ciclos de endeudamiento donde la lógica no partía sobre la base de cómo financiar el déficit, sino que operaba exactamente al revés.


En más de una oportunidad primero fuimos a buscar (o nos vinieron a ofrecer) los dólares por el negocio que implicaba para las partes la colocación de deuda, para luego conseguir destino a dicho financiamiento. Esta lógica es la que debemos evitar repetir, ya que terminó por ser una de las palancas que en nuestra historia económica funcionó como elemento crucial para luego someter o restringir los grados de libertad que teníamos en la determinación de nuestra política macroeconómica.

Atender estas cuestiones, sería mucho más relevante para las generaciones futuras, que quedar atrapados en la retórica infantil de quien defiende argumentos estériles a la hora de discutir los verdaderos riesgos y beneficios que supone volver a los mercados internacionales de crédito.

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