No cabe ninguna duda que la Presidenta ha retomado el control de la iniciativa política en nuestro país. Bajo una retórica de profundización y continuidad las señales concretas son de cambio ante situaciones que encienden luces amarillas en el gobierno.
Por caso, las reservas internacionales, si tomamos el tiempo que lleva la Presidenta en ejercicio, desde 2007 han caído 32%, mientras que en la región durante ese período las que menos crecieron fueron las de Brasil, en torno al 105%, con casos como Uruguay que pasó de u$s 4 mil a mas de 16 mil millones.
Solo este mes han mermado unos u$s 2 mil millones y esto presenta una restricción concreta al crecimiento futuro así como una presión sobre el tipo de cambio, la cual siempre tiene su correlato en los precios internos.
Parece lejano, pero el viernes anterior a las PASO de agosto el dólar oficial valía $ 5,54 y el ilegal $ 8,62. Comparado con los valores de cierre de ayer, hay una convergencia en ambas tasas de devaluación en ese lapso de poco más del 10%.
Este mes el ritmo de devaluación del dólar oficial se ubica en 3,5% mientras que el dólar negro se ha revaluado mas del 3%, achicando la brecha del 67% a menos del 57% entre ambas cotizaciones.
En este sentido parece evidente una doble estrategia para conseguir dólares frescos a la vez que se acelera la devaluación oficial.
Por un lado la idea de retomar las líneas de crédito trabadas con los organismos internacionales, así como buscar financiamiento bilateral directo con países como china es uno de los aspectos que hacen a la pata del nuevo endeudamiento, que incluye el reconocimiento de pasivos hoy no contemplados, como el proveniente de la deuda en default con el Club de París, los juicios perdidos o acordados en el CIADI, lo que se pueda arreglar en la actual instancia con los fondos buitre, hasta la deuda que implique el pago a Repsol, que pasará a ser uno de nuestros principales acreedores en moneda extranjera, dada la envergadura del monto.
Por otro lado es cada vez mas palpable la intención del gobierno de fomentar el ingreso de inversión extranjera directa como forma complementaria de conseguir los dólares que a la economía local hoy le resultan esquivos.
Desde ya YPF y el acuerdo es la muestra más concreta al respecto, en el sentido que expresa mucho más que la voluntad de la Argentina de cerrar un frente de conflicto. Es un paso contundente en materia de relaciones internacionales, ya que implicó la participación tanto del Gobierno argentino como el mejicano y el español.
Se abre de este modo una nueva etapa en una relación que permanecía congelada como la que teníamos con España lubricando un vínculo con quien fuera uno de los principales inversores extranjeros en Argentina en los últimos años. Enviando a su vez una señal clara a los mercados para atraer inversiones.
Al mismo tiempo la idea de recomponer el frente externo permite pensar con un poco más de entusiasmo la idea de ampliar nuestras exportaciones, como en el del biodisel con España quien es nuestro principal cliente de ese producto.
Una vez orientados los esfuerzos a retomar la posibilidad de tener un mayor grado de interacción con el resto del mundo que nos permita captar inversiones así como financiamiento a tasas razonables, quedará por resolver el principal problema que tiene nuestro país en materia económica y que no es otro que la inflación. La cual tiene sus orígenes desde la maxi devaluación de 2002, el crecimiento de la demanda a mayor velocidad que la oferta , la política monetaria expansiva por encima del crecimiento de la demanda de dinero en ese período entre muchas otras causas pero donde el rol de las expectativas juegan un papel central, sobre todo luego de la manipulación de las cifras del INDEC.
Se han soltado las anclas inflacionarias del pasado, es decir dólar y (en teoría) tarifas. Se ha moderado la emisión respecto de 2012 y parece haber intenciones de redefinir las prioridades del gasto, ordenando la política de subsidios que ocupa enorme porciones del presupuesto y que no siempre termina en los bolsillos de quienes realmente los necesitan.
Todo indica que en materia de expectativas será camino elegido por las autoridades entre los múltiples aspectos que se abarcan hoy en forma paralela. Acuerdos de precios y salarios, estudio de cadenas de valor para hacer hincapié donde se encuentren ganancias extraordinarias pero sin obligar a nadie como dijo ayer el ministro de economía.
Al menos hasta aquí, el gobierno parece empeñado en reconstruir el activo más importante que debe tener para reordenar la economía: la confianza.
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