Para Matías Tombolini, el país no atraviesa una crisis, sino una “turbulencia severa”.
Por Marcela Pistarini
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Matías Tombolini forma parte de la nueva camada de jóvenes economistas, capaces de conjugar una mirada técnica de la realidad con un lenguaje llano y fácil de entender para el ciudadano de a pie.
En diálogo con La Voz del Interior, Tombolini destacó la necesidad de contener la inflación, para recomponer la confianza y mejorar las expectativas. El economista, docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y titular de Tombolini & Asociados, dictó una charla en Córdoba invitado por la Universidad Tecnológica Nacional.
–¿Cuáles son hoy las perspectivas económicas para las Pyme?
–Son buenas ya que la devaluación mejoró su estructura de costos dolarizados, aunque la situación varía de acuerdo al sector. No obstante, estas perspectivas dependerán de varios factores, uno de ellos, el recorte a los subsidios que aplique el Gobierno.
–¿Y el escenario económico general para 2014?
–Argentina enfrentó un primer bimestre muy difícil. Una inflación acumulada de 7,2 por ciento es altísima. La encrucijada a la que se enfrenta el Gobierno es cómo recomponer los precios relativos, conteniendo a la vez la inflación. Para esto necesita mejorar las expectativas, porque todos somos formadores de precios. Un comerciante que tiene un negocio de venta de sweaters y le tiene que poner precio a la temporada otoño/invierno 2014 lo va a hacer en función de lo que cree que la mercadería de reposición le va a costar en el futuro, es decir, de su expectativa de inflación. Es una batalla que el Gobierno hoy está perdiendo.
–¿Cómo mejorarían las expectativas?
–Lo que sucede es que empezamos el año regulando las compras de osos de peluche en China y luego devaluamos. Estas medidas inconexas producen esta idea de que nadie sabe qué medida tomará el Gobierno la semana que viene, lo cual no ayuda en nada a morigerar las expectativas inflacionarias, y pesa a la hora de invertir. Y no me refiero a las grandes inversiones, sino a la persona que está pensando en cambiar el mostrador de su negocio y dice: “Esto ya lo viví, mejor espero”.
–La incertidumbre lo frena.
–En la medida en que el Gobierno no pueda despejar esa incertidumbre, va a ser muy difícil contener la inflación. Por supuesto que despejarla no es sólo una construcción de carácter económico. Existen intereses creados y hay gente que quiere profundizarla, porque aquí se mezcla la sucesión presidencial y la puja de liderazgos.
–¿Cómo ve este año y medio antes del recambio presidencial?
–Creo que Argentina no atraviesa una crisis económica, sino una turbulencia severa. Récord de exportaciones, cuentas externas relativamente estables y un nivel de endeudamiento razonable respecto al PIB, hacen de la Argentina un país viable. Pero es fundamental poner fin a la inflación; el aumento de salarios no la genera, sino que van siempre corriendo desde atrás. No coincido con la idea de que el empresario especulador y el ciudadano que no controla los precios son los responsables. La inflación no existe porque el empresario especula, sino al revés: el empresario especula porque hay inflación. En una frase: “la cura para la inflación es recuperar la confianza en nuestra propia moneda”.
–Difícil que un Gobierno en retirada genere confianza...
–No estoy tan seguro que sea imposible resolver el tema inflación en el último año de mandato, sobre todo, porque el de Cristina Fernández es un gobierno con un voto duro muy fuerte y que apuesta a la sucesión.
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